Leer es poder

Intolerancia

Fernando García escribe sobre la intolerancia de Andrés Manuel López Obrador, candidato a la Presidencia, ante la crítica y la oposición.

La intolerancia es la incapacidad de empatizar con el otro, sobre todo con aquel que piensa diferente. Hay que descalificarlo ("mafiosillo", "pelele"), anularlo ("el triunfo de la derecha es moralmente inaceptable") y, como consecuencia lógica de lo anterior, ya en el poder, ejercer la censura y la persecución del opositor.

Hace algunos años me dediqué a organizar debates de temas culturales y políticos (se pueden encontrar algunos en YouTube: "Lupadebates").

Teníamos que hacer un gran esfuerzo por convencer a los debatientes de participar: no les gustaba el ejercicio de confrontar sus puntos de vista. Al momento de precisar las reglas, pedíamos a los participantes que al final del debate abandonaran sus respectivos atriles, avanzaran hacia el centro del escenario y se dieran un apretón de manos, en gesto de buena lid. Para nosotros, los organizadores, ese gesto era muy importante porque simbolizaba un acuerdo esencialmente democrático: pensamos diferente pero podemos dialogar. A pesar de enfatizar en esa regla, al final del debate los participantes terminaban muy molestos, sobre todo aquellos a los que no les había tocado el turno final, y cada cual se marchaba por su lado. Teníamos que esperar a que se tranquilizaran y luego de eso convencerlos de que regresaran al foro y se dieran el apretón de manos ante las cámaras.

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo debatir? Escuchar las razones del otro y contestar. Decir las razones propias y aceptar la crítica. En un buen debate los que participan ganan porque pueden conocer los argumentos más contundentes de sus opositores. Se aprende de los argumentos de los otros. Pero en México no pensamos así. Convertimos rápidamente la discusión de ideas en ataques personales.

"En México –escribe Gabriel Zaid– somos incapaces de decirnos amistosa, respetuosa o al menos inteligentemente, ciertas verdades. No tenemos práctica, nos falta facilidad. Hacer, recibir o presenciar una crítica, la menor crítica, nos hace sentirnos mal. Nos hace entrar en crisis, y no en la crisis de un replanteamiento sino en la crisis de una explosión emocional" ('Pudores homicidas', en Cómo leer en bicicleta).

Tenemos un muy bajo nivel de tolerancia a la crítica. El que nos critica "está vendido". Aquel que diga algo diferente a lo que yo digo es un calumniador. Decir una verdad contraria al que siente que es el único que la detenta lo convierte, a sus ojos, en un mentiroso, en un inmoral. Se trata de una lucha de la Luz contra la Oscuridad. Del Justo contra los Corruptos. Su solo contacto envilece al puro.

Todo esto viene a cuento, claro, por la actitud de López Obrador en el primer debate. Al término del mismo, sin esperar un segundo, sin despedirse de nadie, abandonó de prisa el foro. Iba furioso. Se refugió en su departamento y ahí, a solas, grabó un video para sus fieles en el que se declaró el ganador indiscutido del debate.

¿Qué va a hacer con la oposición en el hipotético caso de que gane? No reconoce que sus adversarios en la contienda electoral sean mexicanos de bien con un proyecto distinto al suyo. No, ellos mienten, calumnian, son inmorales, son de la mafia. ¿Y qué se hace desde el poder con los mafiosos? Se les persigue y condena. Pero no especulemos, vamos a los hechos. Cuando fue jefe de Gobierno del DF, se organizó una marcha a la que acudieron más de un millón de personas vestidas de blanco para protestar contra la inseguridad. ¿Cuál fue su reacción? Los insultó ("pirrurris"), los descalificó, no los recibió ni los escuchó.

Insisto: ¿cuál va a ser el trato a los opositores? ¿Cuál su actitud ante los medios de comunicación adversos? Ya sabemos qué piensa de la tolerancia y la pluralidad. Fundó su propio partido para no tener que escuchar a nadie, para no rendir cuentas, para hacer lo que le diera su real gana. A sus antiguos compañeros del PRD –que le dieron puestos y lo encumbraron– ahora les da el trato de traidores.

Podemos seguir engañándonos y pensar que sólo es un político tenaz. Sus amigos más cercanos, aquellos que lo conocen mejor, durante muchos años le apodaron "piedra", porque era imposible hacerlo cambiar de opinión. Finge que escucha, pero todos en su movimiento saben que sólo se hace lo que él dice. Tiene una incapacidad manifiesta para reconocer las razones de los otros. Los que se oponen a él son enemigos de México, viles mafiosos. ¿Negociar con los opositores? Jamás. ¿Hacer acuerdos con quien tiene un proyecto diferente? Nunca. ¿Cómo entonces va a lograr acuerdos en el Congreso? Seamos claros: el Congreso le estorba. Por eso sus llamados a alcanzar la mayoría legislativa. ¿Y si no la alcanza? Fundará un Congreso alternativo (según esto para redactar una "Constitución moral") y desconocerá al actual. Con los inmorales no se pacta, y la oposición es inmoral. Todo el que no está conmigo está contra mí. Y al enemigo se le acosa y se le persigue. Yo soy la verdad. Yo soy el Rayo de Esperanza. Yo, el Supremo.

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