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La crisis del PAN

Unos días antes de que arrancara la campaña, Carlos Castillo publicó un libro en el que expuso las deficiencias del proceso de selección de candidatos, los inconvenientes del Frente, además de la cancelación de elecciones locales.

Uno de los comportamientos más extraños que he visto en política es el de Ricardo Anaya después de la elección. Desapareció, se escondió, huyó. Ni las gracias dio a quienes votaron por él. Con sequedad, luego de que lo hiciera Meade, felicitó a López Obrador. No se retiró de la política porque sigue operando desde la sombra. Y aunque Marko Cortés, que va por la presidencia del partido, diga que no, lo cierto es que Anaya no es ajeno a su candidatura.

¿Qué pasó en el PAN que se llegó a este estado de cosas? De forma inusitada, muy poco antes del inicio de las campañas, se presentó un diagnóstico muy claro del estado del PAN antes de las elecciones: la derrota de 2012, el cambio de estatutos en 2013, el estrepitoso fracaso de 2015 y las victorias de 2016, el paulatino cierre de espacios de discusión interna, la supresión de los procesos de elección a cambio de candidatos elegidos por un comité basado en encuestas, la aparición en sus filas de costumbres añejas del priismo –como el amiguismo y el compadrazgo–, la corrupción, los moches, el tráfico de influencias, el olvido de los principios. Un diagnóstico, a la luz de los resultados del 1 de julio, que dio justo en el blanco.

El autor: Carlos Castillo. El libro: Nuevas cartas a jóvenes panistas (Amazon, 2018). Más que "fuego amigo", necesidad de conciencia de decirlo. ¿Qué motivó a Carlos Castillo a escribir este libro? El 19 de septiembre pasado, el día del temblor, en el momento del sismo, Carlos Castillo estaba entrando en autobús a la estación de camiones. Se dirigió al lugar donde trabajaba su esposa, en las oficinas de Margarita Zavala. Vio ahí gente organizada, brigadas, cadenas humanas para acarrear alimentos y ropa; pudo palpar organización y solidaridad. Para recoger más tarde a su hija, pasó frente al edificio del PAN en el sur de la ciudad. A pesar de que éste cuenta con sistemas de comunicación avanzados, tiene cocina y alimentos, cuenta con una planta de luz, y que podía servir de albergue, el inmueble estaba cerrado, gruesos candados en las puertas. Días después Ricardo Anaya apareció para anunciar que se donaría cierta cantidad de lo que le correspondía al partido por sus prerrogativas. Generoso con dinero que venía del gobierno. Sin fines solidarios, meramente electorales, de imagen. "El PAN ya no está en ese edificio. Ojalá permanezca vivo en los estados o en los municipios", comenta Carlos Castillo.

En el PAN se fueron suprimiendo las elecciones internas. Sin democracia interna, ¿cómo podría proyectar una imagen democrática hacia el exterior? Ricardo Anaya fue electo como candidato del PAN en el Frente en una boleta donde sólo aparecía un nombre. Por falta de equidad en los comicios, uno a uno los otros aspirantes se fueron bajando de la contienda. Anaya "gozó de todos los beneficios de la exposición en los medios, de la estructura del partido y de los órganos internos". Se trató a todas luces de una "simulación democrática". Lo mismo ocurrió en la designación de candidatos a nivel estatal y municipal. Por órdenes del CEN del PAN, se cancelaron las elecciones locales para seleccionar candidatos. Se usó la fórmula "candidatos por acuerdos" para suprimir el debate interno. "Se atropelló como nunca antes la dinámica democrática panista", sostiene Carlos Castillo, "no hay democracia donde se incubó el autoritarismo". Es, en suma, "la traición a lo que hemos sido", concluye el autor.

Unos días antes de que arrancara la campaña, Carlos Castillo publicó un libro en el que expuso las deficiencias del proceso de selección de candidatos, los inconvenientes de ir con el Frente, la ausencia de deliberación seria en la elaboración de la plataforma electoral, la cancelación de elecciones locales. ¿Tiene salida la crisis del PAN? Pensaba Castillo que sí pero, "ante la paulatina supresión de la pluralidad", cambió de opinión.

"¿Cómo dar candidaturas a quienes sabes que representan lo peor de nuestro sistema político?" El PAN se ha convertido en una maquinaria electoral, donde se valora a quien puede aportar más votos y no a quien presenta un mejor perfil y propuestas. Un partido muy parecido al pragmático PRI.

El de Castillo es un libro valiente y oportuno, disfrazado de unas amables cartas a un(a) joven que quiere afiliarse al PAN pero que ve que ese partido está en crisis. En primer lugar, ese(a) joven no puede afiliarse porque no están abiertas las afiliaciones. Esto se hizo para mejor controlar el padrón electoral. Un padrón que Anaya no compartió con sus contrincantes. "No estaba en el reglamento", dicen. Pero era lo correcto. Como también hubiera sido correcto organizar una contienda equitativa para obtener la candidatura. Si el partido no se abre a la sociedad civil organizada, como ya lo hizo en otros tiempos, "el panismo está condenado a reducirse hasta que sólo queden los peores, dispuestos a devorar, como gusanos, el cadáver de lo que una vez fue el partido".

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