Leer es poder

¿Y nosotros, qué podemos hacer?

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Estoy convencido de que los que apoyan a este candidato, o a aquel otro, e incluso al de más allá, lo hacen porque los recorre un genuino amor por México.

La sociedad tenderá a polarizarse o a multipolarizarse. Lloverán las descalificaciones, saldrán a relucir los prejuicios. Comentaremos todos –algunos mejor informados que otros– con idéntica pasión política.

Todos, desde diferentes tribunas, queremos que le vaya bien a México. Y ninguno sabe en realidad lo que va a pasar.

¿Se convertirá México en otra Venezuela si gana López Obrador las elecciones? ¿Si gana Margarita Zavala nombrará a Felipe Calderón fiscal general de la nación y recrudecerá la guerra contra el narco? ¿Podrá Ricardo Anaya gobernar con un gabinete de coalición e implantar la renta básica universal? ¿Meade podrá imponerse a la corrupción de su partido o terminará devorado por ésta? Afortunadamente nadie sabe lo que ocurrirá en el futuro. El futuro no está inscrito ya, no vamos actuando líneas preexistentes. El futuro lo inventamos nosotros, con nuestras acciones.

Así que nadie sabe lo que va a pasar y todos queremos que pase lo mejor para este país convulso. ¿Qué tenemos que hacer para que esto ocurra? Debemos tener muy claro qué es lo principal en esta contienda. La discordia, recordemos, es el corazón dividido, las familias y las amistades enfrentadas. La concordia es lo contrario. ¿Qué tenemos que hacer para no dividir más a México?

Las campañas dejan poco espacio para el ciudadano. Buscan mantenernos en una actitud pasiva. Los 56 millones de spots que escucharemos son un insulto a la inteligencia. No tenemos claro si los debates que organizará el INE serán atractivos y veremos un auténtico intercambio de ideas, o si los candidatos utilizarán esos espacios para repetir machaconamente sus propuestas. No sabemos tampoco si además de los que organice el INE tendremos más debates organizados por la sociedad. Lo ideal es que se celebraran el mayor número de debates posibles. No queremos estribillos pegajosos, no queremos escuchar descalificaciones entre los candidatos (ya se dijeron "orates" y "señoritingos", pero vendrán muchos más).

Escucharemos sin duda campañas negativas, algunas pedestres y otras muy sofisticadas. Contaremos con la participación indeseada de los norteamericanos y los rusos, porque no contamos con los equipos ni con la disposición para neutralizarlos.

Escucharemos propuestas, ideas, ocurrencias y payasadas. Veremos a los candidatos disfrazados de chamulas, de jóvenes, de presidenciables. Los veremos actuar, bailar, soltar muchas imprecisiones y francas mentiras. En la contienda Hillary-Trump pudimos ver la enorme función que ejercieron los medios. The New York Times, por ejemplo, documentó diariamente las mentiras del candidato Trump. No le dejaron pasar ninguna. ¿Contaremos con un instrumento semejante?

Hace doce años la revista Letras Libres desarrolló un sistema para recoger todas las declaraciones y propuestas de los candidatos, a las que fueron sometiendo al examen de un centenar de especialistas de diversas universidades. Le llamó 'Lupa Ciudadana' a ese ejercicio. En estos días hemos visto como El Universal copió la idea (sin dar ningún crédito al ejercicio previo, por supuesto) y la tituló con gran originalidad como 'La Lupa'.

¿Qué podemos hacer? En términos formales muy poco. En octubre pasado Enrique Krauze propuso la fórmula 'cero spots, diez debates'. Una idea magnífica que no fue atendida. Ahora ya es demasiado tarde para ejecutarla. Pero como ciudadanos/consumidores podemos pedir/exigir a los medios y a las instituciones cívicas y empresariales que hagan su mejor esfuerzo para convencer a los candidatos de participar en el mayor número de debates. Es la única oportunidad que tendremos para escucharlos sin interferencias, discutiendo sus propuestas con sus adversarios. El ejercicio de comparación y evaluación de las propuestas que está haciendo El Universal debe mejorarse (no lo copiaron bien) y multiplicarse. Debemos atender más las propuestas y menos a los candidatos. Cuenta el país con expertos y especialistas de primera línea, en ellos debemos confiar para que nos digan si las ideas de los candidatos son o no viables, desde un punto de vista económico, legal y político. Los ciudadanos y los medios deberían multiplicar esos espacios.

Confieso que luego de verlos actuar espontáneamente, de forma generosa y en altísimo número, pensé que los jóvenes se movilizarían políticamente en estas elecciones tal como lo hicieron con el movimiento #Yosoy132, en 2012. Pero hasta ahora los he visto solamente activos en las redes. Todavía espero su participación renovadora.

El ciudadano, ¿debe pensar por todos o por sí mismo? Me inclino a considerar lo segundo. Es muy difícil determinar cuál de los candidatos tiene las mejores propuestas. Habrá alguno más confiable en la macroeconomía que en el combate a la corrupción (Meade), habrá otro con una propuesta social más atractiva que sus ocurrencias sobre seguridad (López Obrador), y otro que apueste por erradicar el hambre (Anaya). Desde mi punto de vista, creo que el ciudadano debe informarse bien y votar por aquel que le ofrezca la mejor propuesta respecto a su situación específica (si tiene hijos, votar por el que mejor agenda educativa proponga; si vive en un lugar peligroso, optar por aquel que tenga mejor programa de seguridad, y así por el estilo). La suma de los intereses privados nos dará como resultado el bien público.

Pero sobre todo, debemos buscar a toda costa (nosotros, los ciudadanos) no caer en las provocaciones de los partidos y sus militantes. No debemos fomentar la polarización social y sí, en cambio, a como dé lugar, hacer que impere la concordia.

Twitter: @Fernandogr

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