Debate Puntual

Las encuestas y su propia tendencia

Fernando Hernández escribe advierte sobre los cambios que éstas pueden presentar conforme avance la contienda.

Hoy, López Obrador y sus seguidores hablan de las encuestas como si fueran su libro de cabecera: lectura a la que vuelven cada tanto para reconfortarse; sin embargo, hace 12 y 6 años respectivamente, en un escenario que no les era favorable, no se cansaron de asegurar que había "fraude" o que los sondeos de opinión estaban copeteados.

En estos años hemos aprendido que los estudios demoscópicos hay que tomarlos y leerlos con reserva, y es algo que los lopezobradoristas deberían tener en cuenta hoy que están listos para "echar campanas al vuelo".

En la elección del 2000, algunos estudios de opinión marcaban como ganador a Francisco Labastida Ochoa, candidato priista que fue vencido por Vicente Fox y su narrativa del cambio, con una diferencia de 6.5 puntos. En 2006, las encuestas reportaban distintas preferencias, unas a favor de López Obrador y otras a favor de Felipe Calderón, separándolos según el caso hasta por 7 puntos, cuando el resultado final fue significativamente más cerrado entre ambos, situación que llevó a algunos ciudadanos a poner en tela de jucio los resultados del proceso electoral.

Como ejemplos internacionales tenemos dos eventos que han marcado la historia de la era moderna: en 2016, las encuestas auguraban una victoria de Hillary Clinton para la presidencia de Estados Unidos, con pronósticos de entre 70% y 99% a su favor. El Brexit fue otro tema que las casas encuestadoras no pudieron medir con exactitud, cuando calcularon que el referéndum lo ganarían aquellos que votaban porque Reino Unido permaneciera en la Unión Europea. Los investigadores Rosalind Shorrocks y Stephen Fisher, haciendo un promedio de los resultados de distintas metodologías como encuestas, pronósticos ciudadanos, mercados de apuestas, entre otros, calcularon un aproximado de 53.3% de votos a favor de permanecer en la UE contra 46.7% que votarían por salir. El resultado final no sólo varió de los porcentajes pronosticados, sino que fue totalmente contrario a las predicciones.

Los casos antes mencionados nos permiten tener razones suficientes para pensar que es prematuro tomar las encuestas como un reflejo real de lo que piensa el total de la ciudadanía, no solo porque muchas veces no se responde abiertamente a las mismas, o porque la opinión sobre un hecho o un candidato cambia de acuerdo con las circunstancias: además, en el caso de nuestras elecciones, el margen de indecisos es muy grande.

Es de gran importancia que los ciudadanos estemos atentos durante este proceso electoral, ya que estaremos viviendo algo muy similar a los hechos mencionados: aunque el puntero no ha cambiado, la distancia entre él y sus contrincantes varía dependiendo de la casa encuestadora. En diferentes sondeos aparecen en segundo lugar tanto José Antonio Meade como Ricardo Anaya. A veces, el segundo lugar está a pocos puntos del tabasqueño, pero en otras ocasiones ponen una brecha de más de 20 puntos.

Aunque en las estrategias de los equipos de campaña es común utilizar los resultados de encuestas que les favorecen como narrativa para posicionar a su candidato ante la opinión pública, abril fue muy prematuro para cantar un ganador. Hacerlo el día de hoy es, incluso, irresponsable.

Las elecciones anteriores en México, y las sorpresas en EUA y Reino Unido, nos han demostrado que los últimos dos meses son escenario de cambios imprevistos y movimientos inusuales en los tableros. Es peligroso erigir un ganador ahí donde han fallado las encuestas.

El primer debate del INE ya nos mostró que las opiniones y las encuestas pueden cambiar y, estoy seguro, se seguirán moviendo los resultados de aquí al día de la elección. Quisiera ser enfático: es importante emitir un voto pensado, más allá de las pasiones políticas. Nuestro Debate Puntual debe analizar y cuestionar las propuestas de los candidatos y partidos que los representan. Debemos utilizar todas las herramientas que tengamos al alcance, analizando y debatiendo la viabilidad de las propuestas de los candidatos, conociendo su trayectoria, sus logros y alianzas, más allá de las encuestas, para elegir el mejor escenario para el México del mañana.

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