Perspectiva Global

¿Estamos en recesión?

México no se encuentra en una recesión, pero la actividad económica en nuestro país se encuentra desacelerándose significativamente.

El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

Algunos economistas han afirmado recientemente que la economía se encuentra en recesión. Si bien no existe una definición única de qué es una 'recesión', una 'regla práctica' (rule of thumb, en inglés) que se utiliza ampliamente, es que un país se encuentra en 'recesión' —o 'recesión técnica'—, cuando observa al menos dos trimestres consecutivos con tasas de crecimiento negativas, con respecto al trimestre anterior (ajustadas por estacionalidad). El Inegi reportó una tasa de crecimiento trimestral del PIB de -0.2 por ciento en el primer trimestre de este año, de cero por ciento en el cuarto trimestre del año pasado y de +0.7 por ciento en el tercer trimestre de 2018. Entonces, utilizando la 'regla práctica', México no se encuentra en recesión. El Inegi reportará el PIB del segundo trimestre de este año el próximo 31 de julio, en su versión 'preliminar'. Ahí podremos observar si bajo esta regla nos encontramos en recesión o no. Aunque tendremos que tomar el dato con cuidado, debido a que ese será el dato 'preliminar' y con la publicación del dato 'oficial' —que se dará a conocer hasta el 23 de agosto—, el Inegi lleva a cabo una revisión de la serie desestacionalizada de manera retroactiva, por lo que las tasas de los trimestres anteriores pueden variar significativamente.

Ahora bien, la definición de recesión más socorrida por los economistas es la de la Agencia Nacional de Investigación Económica de los Estados Unidos (National Bureau of Economic Research, NBER), que la define de la siguiente manera: "EL NBER no define una recesión en términos de dos trimestres consecutivos de declinación del PIB real. En su lugar, una recesión se define como una declinación de la actividad económica de manera generalizada, con una duración de más de unos meses, que normalmente se observa en el PIB real, el ingreso real, el empleo, la producción industrial y las ventas al mayoreo y al menudeo" (https://www.nber.org/cycles.html). Debido a que no es una definición estrictamente numérica, es un comité independiente de nueve destacados economistas quienes la definen y le ponen fecha. En este sentido, considero relevante que en México se instaure un comité así. Utilizando la definición del NBER tampoco podríamos decir que México se encuentra en recesión porque no hemos observado un incremento significativo de la tasa de desempleo y tanto el empleo como las ventas al menudeo y al mayoreo continúan creciendo, a pesar de que lo hacen a tasas más bajas que el año pasado.

Yo considero que México no se encuentra en una recesión, pero sí observo que la actividad económica en nuestro país se encuentra desacelerándose significativamente ('Se acentúa la desaceleración económica', 18 de junio). Una parte de la desaceleración está relacionada con la desaceleración económica global, particularmente afectada por la incertidumbre en torno al proteccionismo comercial promovido por el presidente de Estados Unidos, entre otros riesgos geopolíticos y el mismo agotamiento de la fase de expansión del ciclo económico, el más largo de la historia. Otra parte de la desaceleración se explica por ser un primer año de sexenio, en donde normalmente observamos una caída en la inversión del sector privado, así como del gasto e inversión pública ('El crecimiento durante el primer año del sexenio', 4 de septiembre, 2018). Sin embargo, a estas alturas en los inicios de los sexenios pasados ya comenzábamos a ver al sector privado reactivar proyectos de inversión y a los individuos incrementar su consumo de bienes duraderos (e.g. automóviles, línea blanca) y esto no está ocurriendo todavía. Evidencia anecdótica, así como algunos datos duros y encuestas de confianza empresarial lo reflejan.

Ha habido decisiones del nuevo gobierno que no están generando la confianza necesaria para que se reactiven proyectos de inversión, así como decisiones de consumo de mediano y largo plazos. Tal es el caso de haber cancelado las subastas para las asociaciones estratégicas de Pemex con el sector privado o farmouts —a escasas horas de haber firmado un acuerdo de inversión con la cúpula empresarial mexicana—, el arbitraje de los contratos de Comisión Federal de Electricidad (CFE) con varias empresas privadas respecto a varios ductos de gas natural y la suspensión generalizada e indefinida de una gran cantidad de obras de construcción en la Ciudad de México, entre otras. Asimismo, la reciente renuncia —y la forma en como se dio—, del exsecretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa, tampoco abonó a generar confianza, a pesar de que tanto los empresarios, como los inversionistas y analistas nacionales y extranjeros, vemos con muy buenos ojos a nuestro flamante secretario Arturo Herrera ('México puede crecer más si se genera mayor confianza', 5 de julio).

* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.

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