Contracorriente

Muerte anunciada del TLC

Guillermo Knochenhauer considera que las medidas arancelarias que Trump ha impuesto son para que EU afirme su liderazgo frente al mundo.

Trump está cambiando las reglas del comercio internacional y lo malo es que puede ser que se salga con la suya. Los aranceles que acaba de imponerle al acero y al aluminio que EUA importa de México, Canadá y Europa son medidas propias de una guerra comercial, pero que en las circunstancias de la economía global, tienen lógica. No son un disparo en el pie del "bufón tonto", como han opinado algunos.

El meollo del asunto es que la economía global tiene una capacidad excesiva para producir acero y aluminio, buena parte de la cual está ociosa; lo mismo sucede en muchas otras ramas de producción de mercancías.

China, por ejemplo, cuyas exportaciones de acero y aluminio a EUA pagan 25 y 10 por ciento de aranceles adicionales desde el 23 de marzo, tiene una capacidad de producción acerera de casi 12 millones de toneladas métricas, de las que sólo utiliza unas ocho millones y de esa producción consume seis; los dos millones de toneladas que exporta lo hace a precios dumping, según el gobierno de Trump, lo que amenaza la relación precios/costos de la metalurgia estadounidense, que igual que la china, tiene capacidad de producción ociosa.

Así las cosas, dicen los expertos en comercio internacional, hay dos formas de participar: cooperando mediante alianzas o acuerdos comerciales como el TLCAN o compitiendo.

Mientras haya oportunidades de inversión y crecimiento para todos, hay disposición a "cooperar", pero no es el caso; la estrechez del mercado global, relativa a capacidades instaladas de producción, convierte a todos los países en competidores, lo reconozcan o no; la visión de Trump de esa competencia es brutal: lo que gane uno sólo puede ser a costa de lo que otros pierdan. Es la teoría de suma cero.

Y es que, explican los panegiristas de Trump, los países con los que EUA cooperó desde la posguerra avanzaron más rápidamente en la conquista de mercados, por lo que EUA tiene que aprovechar su hegemonía económica y política para "volver a ser grande" y asegurar su riqueza y poder.

Al final, la estrategia suma cero empobrecerá a todo el mundo, pero la apuesta de Trump es que EUA habrá afirmado su liderazgo porque los demás países se empobrecerán más rápido.

Ese discurso implica fuertes cambios para México; permite anticipar que no habrá nuevo TLCAN y que muy probablemente Trump anuncie pronto (quizás este fin de semana en la reunión del G-7) su decisión de promover la salida estadounidense del que está vigente.

También es previsible que Washington ya tenga elaborado un tratado bilateral con México; no aceptará otro acuerdo ni cederá en las demandas (muy costosas para nosotros y Canadá) que reventaron la actualización del TLCAN.

Desde el punto de vista meramente económico y comercial, México es muy vulnerable por su dependencia en energéticos y alimentos, y en otros temas sustantivos como la creación científica e innovación tecnológica. Desde ese punto de vista, el panorama es negro.

La buena noticia es que el empresario Claudio X. González y Andrés Manuel López Obrador se abrazaron durante la reunión que tuvieron ellos y los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios.

Si de veras "coincidimos en que todos queremos un mejor México para todos", como declaró el empresario, vienen los tiempos de demostrarlo sin mezquindades.

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