Mitos y Mentadas

¿Perdió Trump? 

Los resultados de las recientes elecciones en EU no deberían enmarcarse como una oposición mayoritaria al Partido Republicano o al presidente Trump.

En Estados Unidos las elecciones intermedias al Congreso y Senado son considerados como un referéndum ciudadano al presidente en turno. Si este fuera el caso, podríamos decir que en los últimos 50 años los estadounidenses han considerado apropiado hacer 'referéndums' a sus mandatarios, como contrapeso al Poder Ejecutivo. En la mayoría de los casos los presidentes han perdido mayorías en el Congreso en las elecciones intermedias, sin embargo, luego han sido reelectos. Al parecer el 'referéndum' no fue tal.

A Trump le ha servido de poco la mayoría que ha tenido en las dos cámaras (Diputados y Senadores) para validar o empujar su proyecto político. Por ejemplo, no logró la cancelación de Obamacare, no logró que le fondearan el muro en la frontera con México y tampoco logró que aprobaran su política migratoria, por citar algunos ejemplos.

Es más la norma, que una excepción que el partido del presidente pierda la mayoría en el Congreso y/o en el Senado. En los últimos 50 años únicamente en dos ocasiones (Jimmy Carter en 1978 y George W. Bush en su primer período 2002-2006) no perdieron las respectivas mayorías legislativas. Durante la presidencia, Clinton en el primer período perdió 54 posiciones en la Cámara de Representantes y Obama en su primer período perdió 63. Posteriormente en ambos casos fueron reelegidos. En el caso de Trump su partido perdió 30 posiciones. En promedio en elecciones intermedias, la pérdida es de 30 posiciones en la Cámara de Diputados.

Debido a la creciente mediatización de la sociedad, de la influencia de la redes sociales y la polarización en Estados Unidos, estas fueron unas elecciones intermedias con mayor participación que lo usual (algunos calculan que participaron 114 millones de personas, muy por encima de los 83 millones de votantes en 2014 y 91 millones en 2010) sin embargo, continúa —como ha sido la costumbre— muy por debajo de la participación en elecciones presidenciales, que en 2016 fue de 138 millones de ciudadanos .

Lo positivo en estas elecciones es que por primera vez en la historia más de 100 mujeres fueron electas para el Congreso y muchas de ellas representando minorías que históricamente han estado subrepresentadas. Entre ellas se eligió a la mujer más joven y a la primera mujer indígena en llegar al Congreso.

Políticamente, ¿qué significa esto para los próximos dos años de Trump? No mucho: no cambiaran las cosas, las acciones políticas que trató de empujar antes y que no logró, continuarán detenidas. Podríamos predecir que el discurso político se calentará y resurgirán escándalos por las alegadas interferencias en las elecciones de 2016, o la posibilidad de una impugnación, por mencionar algunos. Retos similares enfrentó Clinton en su presidencia.

A favor de Trump y los votantes republicanos (al incrementar la mayoría en el Senado) está el que podrá continuar nombrando jueces y la posibilidad de meter un tercer magistrado en la Corte Suprema. En el caso del Congreso, también podrán culpar a los demócratas de los tropiezos que tenga.

En el caso de México, se corre el riesgo de que los demócratas no aprueben el TLC, tomando en cuenta que históricamente no han estado a favor de los tratados de libre comercio.

Los resultados de estas elecciones en Estados Unidos no deberían enmarcarse como una oposición mayoritaria al Partido Republicano o al presidente Trump. En una sociedad que demanda cada vez más un espíritu crítico e informado, debemos mejorar la calidad de nuestros argumentos y en general del debate político. Evitemos confusiones.

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