Jaime Sanchez Susarrey

Por la culata

La correlación de fuerzas no es favorable al partido en el poder: el PRI no gobierna la mayoría de los estados y los pronósticos en las elecciones locales para gobernador le son adversos.

La estrategia del gobierno de la República para posicionar a Meade en el segundo sitio parte de dos supuestos problemáticos: primero, que la victoria en el Estado de México se puede replicar a nivel nacional. Es decir, la maquinaria del PRI, bien aceitada y dirigida desde Los Pinos, obtendrá la victoria.

Pero las razones para que esto no sea así de simple son múltiples. Menciono las más relevantes: la dimensión y complejidad del país nada tienen que ver con el Estado de México. La correlación de fuerzas no es favorable al partido en el poder: el PRI no gobierna la mayoría de los estados –particularmente los que tienen mayor peso electoral, como Jalisco, Veracruz, CDMX– y los pronósticos en las elecciones locales para gobernador le son adversos.

El segundo punto en que se finca la estrategia priista es igualmente espinoso. La contienda por el segundo sitio es un juego suma cero. Al inicio de las precampañas esta hipótesis parecía racional y plausible. Pero a estas alturas, a la luz de todo lo ocurrido, esperar que la caída de Anaya en las encuestas se traduzca en un repunte de Meade es wishful thinking. El voto mayoritario hoy en México es favorable al cambio y está contra el PRI. Ese sentimiento y percepción es superior al rechazo que sufre López Obrador, quien por cierto ha reducido sus negativos.

Así que si la campaña contra Ricardo Anaya tuviera éxito, el efecto no sería el repunte de Meade, sino muy probablemente el reforzamiento de AMLO, que podría separarse definitivamente del resto del pelotón.

Pero además, entre más pasa el tiempo y la PGR se revela incapaz de presentar pruebas tangibles de la presunta culpabilidad de Anaya, la andanada contra el candidato de Por México al Frente sólo se puede explicar por motivaciones políticas.

La ruta de la pesquisa revela inconsistencias y lagunas. Se cuestionó, de entrada, el origen de los recursos y que la propiedad se habría comprado por debajo de su valor. En un video, que está en YouTube, Anaya ha hecho una presentación de cómo compró el terreno baldío, hipotecó su casa y destinó esos recursos a la construcción de una bodega.

Una vez que ese flanco fue cubierto. La PGR, basado en testimonios poco claros, pasó a cuestionar la venta del inmueble y el SAT declaró que la empresa que lo compró es fantasma. Nótese que la declaración del SAT es reciente. Apenas hace unas semanas tipificó a la empresa como fantasma y hace días que lo hizo público. Sin embargo, la operación en cuestión data de 2016.

A lo anterior, Anaya respondió que vendió en escritura pública, ante notario, recibió el pago vía transferencia bancaria y cubrió los impuestos correspondientes. Agregó, además, que tanto la compra del terreno como la venta de la bodega se hicieron a precios de mercado.

Pero lo más sintomático de todo el proceso es que la PGR no ha citado en ningún momento a Anaya como indiciado. Y no sólo eso, la premura y diligencia en este caso contrasta con la pachorra e indolencia en las averiguaciones sobre Odebrecht, César Duarte y otros priistas que están en el limbo. Así que esta simple comparación, aunada a casos lamentables de impartición de justicia, hace más que creíble que hay una intencionalidad política.

Por eso, como ya señalé arriba, se trata de una ofensiva de alto riesgo. El PRI y el gobierno están en el peor momento de su historia. Su objetivo es desprestigiar a Anaya y esparcir el sentimiento de que, al fin y al cabo, todos son corruptos y no sólo ellos. Pero lo burdo del procedimiento ha hecho que hasta López Obrador haya aceptado que hay una similitud con el intento de desafuero en 2005 –que, por lo demás, tiene diferencias importantes.

Así que, a final de cuentas, el resultado bien podría ser que Anaya resultara fortalecido, porque todo el procedimiento se vería como un montaje en su contra. Con un elemento adicional: si esa percepción se generaliza, el argumento contra "la mafia en el poder", articulada y cohesionada en el PRIAN, se vendría abajo.

En suma, quienes están en el cuarto de guerra de Meade y Los Pinos deberían hacer sus sumas y restas de nuevo. Porque las cuentas no les salen, pero el tiro… sí les puede salir por la culata.

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