Jaime Sanchez Susarrey

Seguridad: grano y paja

Jaime Sánchez Susarrey escribe que si AMLO no corrige su estrategia en seguridad, se enfrentará más temprano que tarde a un problema mayor que el que está heredando.

La inseguridad y la violencia serán, sin duda, los problemas más complejos que enfrentará López Obrador. El país no aguantará otro sexenio perdido o, peor aún, que la situación se deteriore más, como ocurrió con Peña Nieto.

Durante la campaña, López Obrador hizo una serie de propuestas y descartó otras. Menciono dos: rechazó cualquier idea de regularizar el consumo de mariguana y se pronunció por integrar "todas las corporaciones policíacas y militares para poner orden y se creará una Guardia Nacional, cuyo propósito es garantizar la tranquilidad y seguridad del pueblo de México".

Pero ahora está ajustándolas. Olga Sánchez Cordero ha reiterado su idea de legalizar el consumo recreativo de la mariguana y regularizar el cultivo de la amapola para usos medicinales. Alfonso Durazo, por su parte, descartó ya que se vaya a crear la Guardia Nacional.

La primera rectificación es un reconocimiento pragmático: no se puede mantener la prohibición cuando en EU el consumo recreativo y medicinal es una tendencia irreversible. Vaya, ni Trump ni Helms han podido revertirlo.

Pero, además, es la afirmación del principio liberal por excelencia: la soberanía del individuo sobre su cuerpo y preferencias. El Estado no debe invadir ese espacio a menos que esas opciones o acciones lastimen a terceros.

Finalmente, abre una discusión fundamental: el fracaso del prohibicionismo en todo el mundo se explica –en buena medida– por la altísima renta que genera el mercado negro de estimulantes.

Corolario: La alternativa racional pasa por regularizar la producción y el consumo, como ocurrió con el alcohol, en EU, en los años veinte del siglo pasado.

Por otro lado, la propuesta de la Guardia Nacional nunca tuvo pies ni cabeza. De entrada, porque el concepto alude originalmente a ciudadanos organizados para coadyuvar a las autoridades. Y, segundo, porque englobar a policías municipales, estatales, federales y Fuerzas Armadas bajo una sola cadena de mando era un sinsentido.

En el proceso de rectificación se ha decidido volver al esquema de separar las funciones de seguridad de la Secretaría de Gobernación, creando la Secretaría de Seguridad Pública. Se corrige así uno de los peores errores de Peña Nieto, que explica su estruendoso fracaso.

Sin embargo, AMLO y Durazo siguen atrapados en la idea de la amnistía y el perdón de las víctimas a los delincuentes. Además de la impropiedad de la propuesta –no corresponde al presidente de la República predicar el perdón–, no hay conexión racional alguna entre la amnistía y la llamada pacificación.

El próximo secretario de Seguridad Pública debería acabar de revisar a fondo los errores del sexenio que concluye. Peña definió la inseguridad y la violencia como un problema de percepción, y propuso como alternativa la estrategia de prevención del delito.

La irresponsabilidad fue mayúscula. Mientras el país ardía, el subsecretario de Gobernación, Roberto Campa, repartía lentes en las primarias para combatir la deserción escolar y prevenir que los niños se convirtieran en futuros... delincuentes.

Peña Nieto, consciente o inconscientemente, poco importa, se sumó a la tesis que López Obrador manejó durante su campaña en 2012. El combate a la delincuencia no pasa por el fortalecimiento de los cuerpos policíacos ni por la eficacia del sistema de justicia para abatir los índices de impunidad.

Pero la verdad es que en esta cuestión no hay hilos negros que descubrir. El ministro José Ramón Cossío hizo, hace unos días, una reflexión simple y pertinente: "Si quien delinque es investigado, llevado a proceso, sentenciado, encarcelado se van generando sentidos propios para que otras personas se den cuenta que no es un buen negocio delinquir, pero no puede haber un proceso de paz restaurativo o como se vaya a llamar, restaurativo, transicional, lo que se quiera hacer, si no se tiene un sistema penal eficientísimo".

Seis años son muchos y muy pocos. Si AMLO no corrige su estrategia y fija bien sus prioridades, se enfrentará más temprano que tarde a un problema mayor que el que está heredando. Y los ciudadanos le pasarán entonces la factura.

Para no fallarle a los mexicanos, como ha prometido, no bastan voluntad y buena fe, es indispensable separar el grano de la paja.

COLUMNAS ANTERIORES

Rompecabezas
Marx 'versus' la 4T

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.