Javier Murillo es fundador y presidente del Consejo de Metrics
Antes de que estallara el escándalo de Cambridge Analytica (CA), en México nadie se atrevió a presumir que estuviera trabajando con ellos. ¿Por qué? ¿Por qué no reconocer, incluso como una ostentación de músculo político, que estaban trabajando con la firma que ayudó a Trump a ganarle a Hillary? La respuesta la tiene el INE y se llama tope de campaña.
En octubre del año pasado, esa institución comunicó que lo máximo que podrían gastar los participantes en esta elección presidencial serían 429.6 millones de pesos, unos 22 millones de dólares.
Una firma como CA no cobraría menos de tres millones de dólares por sus artes de segmentación y estrategia, sin contar todos los demás gastos de publicidad y la ejecución de las tácticas de campaña.
A ningún partido le convendría gastar 14 por ciento de su presupuesto sólo en redes sociales, ya que lo podría llevar a rebasar rápidamente el tope de campaña.
Sí, CA es cara. No es casualidad que la firma que impulsó a Trump entre la preferencia de los votantes en 2016 formó parte de una de las votaciones más caras en la historia de ese país: costó alrededor de siete mil millones de dólares, según datos del Center for Responsive Politics (CRP).
Ahora bien, yo le diría a cualquier candidato que mejor guarde su dinero. Para ganar esta elección en México se necesita mucho más que un CA.
Nación321 difundió la tercera edición de la encuesta #VotoMillennial el pasado 1 de abril y encontró que ese segmento tiene como favorito a Andrés Manuel López Obrador para ocupar la presidencia con 51 por ciento de intención de voto efectivo.
La cifra fue recabada en el arranque de las campañas, cuando, por cierto, se notó la coordinación precisa de los bots y seguidores de José Antonio Meade (candidato del PRI), a quienes llamamos PRIennials. En su discurso inaugural se lanzaron -prácticamente como un solo clic- 20 mil tuits con el hashtag #YoConMeade. Lo convirtieron en primer trending topic de México en un parpadeo.
Los PRIennials son rápidos, organizados y precisos. Una operación muy bien orquestada.
Pero el gusto fue pasajero. Los AMLOvers (los seguidores activistas de López Obrador) poco a poco fueron colocando #AMLOPresidente entre los favoritos, hasta llegar al número uno y permaneció ahí durante varias horas, alimentado por bots que atacaban más de lo que lo aplaudían, sí, pero también por los ciudadanos hablando del candidato… a favor y en contra. Los AMLOvers son resistentes, elocuentes y persistentes.
Para ganar esta elección se requiere mucho más que un CA porque habrá que convencer a los millennials, que son activistas digitales, a que salgan a votar a la urna real el día de los comicios y a ellos esta acción podría no parecerles tan relevante.
Así que hasta el momento, nada está escrito. No todavía.