La Nota Dura

Alguien tenía que decirlo

Paco Ignacio Taibo II hace un llamado a los equilibrios dentro de Morena, el surgimiento de personajes relevantes capaces de ser un sano contrapeso en la discusión de ideas y propuestas.

¿Quién se ha atrevido a hablar de lo que ha hecho mal Morena desde el interior del partido? Con 30 millones de votos en la espalda del presidente electo y con ambas cámaras controladas no ha habido alguien que haya levantado la voz, al menos para señalar que en algo fallaron en la campaña, o que en estos 40 días se han precipitado en algunas decisiones o cuestionado algunos nombramientos. Si acaso sólo Tatiana Clouthier señaló públicamente que "había mejores perfiles" cuando López Obrador nombró a Manuel Bartlett como próximo director de la Comisión Federal de Electricidad, pero nada más… hasta ayer que tuve la oportunidad de hablar con Paco Ignacio Taibo II.

Cercano desde hace muchísimos años al movimiento, se le ha considerado un "bárbaro" dentro del equipo de López Obrador –no lo digo yo, lo dice Paco Ignacio. En campaña se creó lo que él llamó "una polémica con una cara oscura" cuando se retomó un video de hace un par de años donde hablaba de expropiar empresas y que hasta hoy defiende diciendo que sus palabras fueron sacadas de contexto.

Su trabajo más reciente en la administración pública fue la creación del plan cultural para la Ciudad de México, lo hizo como encargo de la nueva jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. "Me puse de acuerdo con José Alfonso Suárez del Real (próximo titular de Cultura capitalino), entrevistamos a mil 200 personas; ahora se va a poner a operar el proyecto, basado principalmente en infraestructura cultural. La Ciudad de México tiene un corredor muy importante, pero hay un desierto al norte y al oriente, hay colonias que no tienen una librería, hay barrios que nunca han tenido un festival, la tarea es desequilibrar este desierto y desencadenar un millar de festivales en barrios que no los tienen", detalla.

Sin embargo, vale la pena detenerse en su respuesta cuando le pregunto sobre su intención de participar en un proyecto a nivel nacional, ya en el nuevo equipo de Andrés Manuel López Obrador: "Ando tratando de mantener mi independencia, yo entiendo, hay que apoyar este gobierno, pero el apoyo debe ser crítico, hay demasiados mandilones y cargaportafolios y de los que hacen reverencia antes de que se las pidan y el apoyo tiene que ser crítico y esto significa aportar ideas pero también discutir, no decir que sí a todo, no le hace bien a un gobierno nuevo una legión de genuflexos y arrastrados".

¡Vaya! Una voz congruente con la crítica y la exigencia que como ciudadanos –simpatizantes o no– debemos tener con quien está en el poder. Ojalá lleguen las palabras del autor de El olor de las magnolias a todos los cuadros de Morena.

Hace un par de meses escribí una columna titulada "Andrés, ¿oye o escucha?", en ella planteaba la hipótesis de que a pesar de que existen algunas voces que podrían ir en contra de algunos planteamientos de López Obrador siempre se impone la palabra del presidente electo en todas las decisiones, me faltaban ejemplos de cambios de opinión del líder de Morena.

Lo que plantea Paco Ignacio Taibo II es un llamado a los equilibrios dentro del propio movimiento, el surgimiento de una corriente de críticos, de personajes relevantes capaces de decir que no, de ser un sano contrapeso en la discusión de ideas y propuestas. Alguien que le recuerde –o le enseñe al nuevo mandatario– que liderar un movimiento no lo hace dueño del partido y el criterio de sus militantes y ser el presidente electo no le confiere la razón eterna.

Dice Taibo II que la época de críticas debe empezar con los hechos, no antes, que en enero empezará la evaluación, pero alguien tenía que decirlo, en el equipo de López Obrador sobran los barberos y faltan los que le exijan soluciones posibles que se hagan bien, los que corrijan y hagan el tan necesario trabajo de incomodar en el círculo cercano. Porque donde hay crítica interior hay inteligencia y capacidad de corregir el camino, porque no será mejor presidente quien menos se equivoque, sino quien más capacidad tenga de oír cuando se equivoca y corregir el camino.

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