La Nota Dura

El país que sangra

Javier Risco escribe que a nuestros desaparecidos no se los lleva sólo un grupo criminal, el Estado está terminando su trabajo cubriendo con negligencia el rastro de la justicia.

Hay tantos muertos que ya no caben en ningún lado y sólo queda el desprecio. Hace un año en Jojutla, Morelos, el horror apareció en forma de fosas hechas por la Fiscalía estatal. El gobierno de Graco Ramírez abrió grandes huecos en la tierra y aventó restos de mexicanos (o quizá ni de eso tengamos certeza con los miles de migrantes desaparecidos), la delgada línea entre el modus operandi de la delincuencia organizada y nuestras autoridades había sido borrada otra vez.

Querían enterrarlos para olvidarlos; sin embargo, algunos vecinos se dieron cuenta, se denunció, se expuso la brutalidad y se trató de rescatar la dignidad de esos seres humanos. Nunca más otro Jojutla. Nunca más autoridades despreciando de esa manera la dignidad de los muertos, decíamos. Nos equivocamos.

A nuestros desaparecidos no se los está llevando sólo un grupo criminal, el Estado está terminando su trabajo cubriendo con negligencia el rastro de la justicia y la verdad para tantas familias.

Pasó poco más de un año y nos encontramos con cuerpos apilados en un tráiler. Ahora el desprecio es en Jalisco. Así nos enteramos hace algunos días que "vecinos del municipio de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, reportaron el abandono de una caja de tráiler con más de 150 cadáveres de víctimas no identificadas de la delincuencia organizada. Los cuerpos fueron dejados en el lugar por agentes de la Fiscalía General de Jalisco. Los vecinos del fraccionamiento Paseos del Valle se percataron de la presencia de los cadáveres por el fétido olor que provenía de la caja del tráiler, que permaneció en el lugar por más de 12 horas", se leía en reportes periodísticos.

La cifra creció de 157, que fue el primer corte, a 322 cuerpos. 3-2-2 PERSONAS. 322 asesinatos. Trescientos veintidós casos sin resolver sólo en ese estado. Y Jalisco, aunque con un problema grave, no es más que la punta del iceberg.

A partir de estas líneas la tragedia ha sido una bola de nieve que cada día se ha hecho más grande; hay tantos muertos en el estado que el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses no alcanza; el titular del IJCF fue destituido y carga con su propio infierno: tiene a su hija desaparecida.

No es todo: desde 2017, en ese estado donde hace unos meses la noticia de que el crimen organizado usa ácido para disolver cuerpos, ahora también la autoridad usa camiones para guardar cadáveres, cientos de familias que buscan a sus desaparecidos y ven una esperanza en esos restos humanos. Según un recuento hecho por el periodista Darwin Franco son dos mil 949 víctimas sin identificar de 2006 a 2018.

"Este caso, junto con otros que se han conocido en el pasado en otros lugares, ilustra la falta de capacidad, y en ocasiones de voluntad de las autoridades de distintas partes del país para cumplir con los mínimos estándares de dignidad y respeto hacia los cuerpos de las personas fallecidas, cualesquiera que sean las circunstancias en las que murieran", reclamó mediante un comunicado la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Y se quedó corto.

La respuesta del gobierno de Aristóteles Sandoval ha sido que a partir de este viernes iniciará en Jalisco la construcción de una cámara frigorífica para resguardar más de 300 cadáveres. "Para que no se vuelva a repetir este lamentable hecho", dice el mandatario. El anuncio exhibe el terror no sólo de lo que viene sino de dónde estamos parados. Más lugares dónde guardar cuerpos en vez de mecanismos que nos protejan de terminar en una bolsa negra de plástico.

De acuerdo con la periodista Marcela Turati, en 26 estados de la República había, hasta 2017, 14 mil 332 cuerpos sin identificar en las morgues. Esta cifra sin contar a Campeche, Coahuila, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Jalisco, quienes no dieron datos.

En México ya rebasamos todos los límites y los récords: ya no sólo hay una crisis porque nos matan, porque desaparecemos, porque nadie paga por esos crímenes, ahora ni siquiera hay un Estado capaz de darnos nombre y sepultura. Este país de fosas sangra cada día más.

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