La Nota Dura

La agencia incómoda

Javier Risco espera que la incuestionable capacidad de Merino alcancen para transformar esta ciudad, porque más que el tema de innovar, está el de no convertir la transición en un negocio.

José Merino es ese personaje que desde la sociedad civil y con una conocida pasión por los datos y su aplicación, hace unos meses logró ponerle nombre y rostro a la base de más de 38 mil desaparecidos que hay en el país, con un pequeño equipo, una labor que por años el gobierno no logró.

Hoy, este hombre que ha sido uno de los impulsores de la transparencia y las bases accesibles de datos, será la cabeza de uno de los proyectos más ambiciosos del próximo gobierno de Claudia Sheinbaum: la Agencia de Operación e Innovación Digital.

'Innovación' fue uno de los lemas de la campaña morenista en la ciudad. Sin mucha explicación, no parecía extraño viniendo de una candidata que proviene del ámbito científico; sin embargo, al oír sobre esta agencia y lo que pretende, el reto se convertirá en uno de los ejes más importantes del próximo sexenio: cómo harán Sheinbaum y Merino para usar los datos para cerrar la brecha entre gobierno y ciudadanía y, además, combatir así la corrupción.

Aún no sé cómo procesar la creación de la Agencia de Operación e Innovación Digital, tomando en cuenta lo arcaico que siempre ha resultado el gobierno y su burocracia, cuesta trabajo pensar que basten seis años para transformar esta ciudad en una capital de datos abiertos.

Esta semana tuve la oportunidad de entrevistar a José Merino en el espacio televisivo de El Financiero Bloomberg y me explicaba sobre las cuatro metas de la agencia que encabezará: hacer un gobierno abierto, capaz de funcionar en un esquema en donde no entre ni salga un peso de dinero público que no deje rastro digital, además de contar con un registro de todos los contratos; consolidar un gobierno digital que simplifique todos los trámites de la ciudad y atienda de manera eficiente los reportes y quejas ciudadanas, lo que se busca es generar mecanismos directos de participación ciudadana; tener gobernanza tecnológica, que se refiere a la homologación de adquisiciones y uso de tecnología en el gobierno, además de crear escuelas de código para jóvenes; y por último análisis y uso estratégico de la información, la ciudad genera datos constantemente, crear un cerebro operativo que los procese y genere políticas públicas. Nada más.

El cofundador de Data Cívica (una organización que se define como una generadora de contenidos y procesadora de datos "para generar cambios") y profesor del ITAM, señala que los primeros dos años se enfocarán en la rapidez de trámites y servicios, y en lograr la transparencia de contratos y gastos. Los cuatro ejes transversales tienen un solo objetivo, el de acercar el gobierno a los excluidos.

"Más allá de lo digital, lo importante es usar lo digital para transparentar el ejercicio de gobierno, para cerrar espacios de corrupción, para que ciudadanos puedan vigilar y castigar", señala Merino.

Pensemos en el tema que se le venga primero a la mente: desde los contratos a las constructoras que se encargarán de la reconstrucción, hasta las gestiones que haga Sacmex para la distribución del agua o las adquisiciones de ciclovías o cómo licita el gobierno a los proveedores de la Secretaría de Movilidad… todo… la meta de esta agencia será generar una huella digital.

Y aunque su próximo dirigente ha sido uno de los precursores de las iniciativas que fiscalizan las acciones gubernamentales con el uso de datos que ellos mismos han tenido que abrir al público, la tarea no pinta sencilla.

¿Qué tan dispuestos estarán empresarios en que se sepa cómo están beneficiándose con la urbanización en la ciudad? ¿Cuántos querrán abrir datos de fideicomisos como el del Centro Histórico? ¿Qué tan bien le caerá a proveedores de todos los niveles tener que dejar rastro de todo lo que se haga? Ojalá las buenas intenciones y la incuestionable capacidad de Merino alcancen para transformar esta ciudad, porque más que el tema de innovar, está el de la limpia interna que ve cada inicio de sexenio como una oportunidad para el negocio y no para la mejora en la vida de las personas. Habrá que estar vigilantes ahora nosotros de que los buenos deseos se conviertan, efectivamente, en datos verificables, sin duda será la agencia incómoda.

COLUMNAS ANTERIORES

‘La vocera’
¿Dejó de confiar?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.