La Nota Dura

La fábula de Sheinbaum

Javier Risco escribe que habrá que preguntarle a Sheinbaum cuál será la estrategia para erradicar la corrupción, porque ya vio que hace falta más que buenas intenciones.

La periodista Sabina Berman nos maravilla cada domingo con fábulas que rozan lo maravilloso, lo ridículo, lo vulgar. Abarca todo este espectro porque son fábulas políticas, porque sus personajes son caras conocidas, con historias de robos imposibles y relaciones de poder con finales felices –al menos para los protagonistas–. Así hemos conocido a la tía imprescindible de Enrique Peña Nieto, hemos leído del último saqueo, a Aurelio Nuño y el privilegio de la inexactitud, a candidatos presidenciales sin escrúpulos; en fin, nos cuenta historias que viven en la imaginación, pero existen en ese remoto espacio de lo que podría ser. Hace un par de semanas, Sabina presentó una compilación de sus mejores fábulas, el libro se llama Matemáticas para la felicidad y otras fábulas; es una lectura necesaria y de antología.

Hago esta presentación porque ayer el reportero de Ciudad del diario Reforma, Samuel Adam, le ganó una fábula a Berman, al menos es lo que parece su nota titulada "Piden mordida en verificentro ¡a Sheinbaum!"

Con esta historia que roza lo increíble y lo ridículo, es como la jefa de Gobierno electa llega al gobierno de una ciudad ingobernable. ¿Qué podemos esperarnos los ciudadanos si incluso la multicitada Sheinbaum puede ser víctima del gen de corrupción que ha penetrado en muchos trámites de esta ciudad?

Quizá usted sea de esos muchos a los que personal de los verificentros le han pedido dinero en efectivo para agilizar los trámites para tener su auto en regla, si es que quiere hacer uso de él todos los días. Preocúpese, no le pasa sólo a los ciudadanos de a pie, también a quien ha prometido acabar de raíz con la corrupción capitalina, en una réplica fiel de la intención que hay de su líder político, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

La anécdota es para enmarcar: "La corrupción en los verificentros de la capital mexicana no perdonó ni al automóvil de la próxima jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. La política morenista dijo que para la verificación de su auto –un Aveo modelo 2012 en el que llega a todos sus eventos– personal del verificentro de Huipulco, en Tlalpan, solicitó dinero en efectivo para librar el proceso.

"Me pasó personalmente, cuando fui a verificar mi vehículo me pidieron dinero para que pudiera pasar la verificación", señaló Sheinbaum, quien también afirmó que se lo comunicaron a la secretaria de Medio Ambiente en turno.

"Mientras, su automóvil no podrá ser usado todos los martes ni dos sábados al mes, ya que obtuvo el holograma tipo uno, después de no haber aceptado dar la mordida."

Qué maravilla.

Aunque en su declaración Sheinbaum no detalla la fecha en que ocurrió el incidente, ni la Sedema a cargo de Tanya Müller ha dicho hasta el cierre de esta edición, si es que ya fueron sancionados, la sola anécdota evidencia al hoy jefe de Gobierno, José Ramón Amieva, quien apenas hace unas semanas se llenó la boca presumiendo los operativos que su agonizante y corta administración está implementando para 'acabar con los actos de corrupción en los verificentros'.

En entrevista con distintos medios, Amieva declaraba en junio en un recorrido por un verificentro de Miguel Hidalgo que, en CDMX, 'nos habíamos convertido en la primera entidad en ser más eficiente y la más transparente en el trámite de la verificación vehicular.

'Lo que tenemos en la Ciudad de México es un sistema de cámaras que desde que ingresa el vehículo hasta que abandona el verificentro es perfectamente monitoreado, para que no se cambie el vehículo, que era algo susceptible de sospecha.

'Tenemos un software único que nos permite monitorear en tiempo real el proceso de verificación y que es propiedad del gobierno de la ciudad'.

Vaya, habría que decirle al gobierno saliente que eso es muestra de que la corrupción va más allá de cámaras que intenten ser inhibidores de delito cuando no hay sanciones reales a los funcionarios públicos que se prestan a la corrupción. Habría que preguntarle si basta con una clausura temporal de estos verificentros para que dejen de replicar estas prácticas. Y habrá que preguntarle a la nueva jefa de Gobierno cuál será la estrategia para erradicar estas conductas, porque ya vio de primera mano que hacen falta más que buenas intenciones, decretos y 'el buen ejemplo' de la cabeza del gobierno para acabar con el chip de la mordida.

COLUMNAS ANTERIORES

‘La vocera’
¿Dejó de confiar?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.