La Nota Dura

'La lucha va para largo'

Entre los aspirantes a la presidencia de la República sólo hay una que tiene claro lo que hará después de las elecciones, comenta Javier Risco.

Ninguno de los tres precandidatos punteros ha sido capaz de hablar de la mañana del lunes 2 de julio. Nadie, en un sentido real, se atreve a decir una palabra del México que esperan si no les favorece la votación, o de qué harán para hacer posibles sus promesas de campaña desde la trinchera de la derrota. A ninguno le importa el país si no se sientan en la silla presidencial.

Cada contienda presidencial es así: los candidatos perdedores se exilian por un tiempo, publican un libro y tras tres o cuatro años regresan para buscar hueso o por último dirigir su partido. Una campaña nacional los posiciona por encima de los demás y con eso tienen para vivir. Ni siquiera la juventud de Ricardo Anaya le ha dado motivos para explorar su futuro, de resultar perdedor; José Antonio Meade no nos ha dicho qué hará después de quedarse sin trabajo en el gobierno en el poder, aunque lleva décadas viviendo así.

Quizá la única excepción hasta ahora había sido Andrés Manuel López Obrador, quien nunca dejó la escena pública, porque el mañana siempre implicaba la eterna búsqueda de Los Pinos. Hasta ahora, en que la única salida que ve tras su tercer intento es irse, ahora sí, a su rancho 'La Chingada'. No importa que pierda con millones de votos en su espalda, él ya dijo que se va a 'La Chingada' y punto, del México que promete y de un cambio verdadero a ver quién se hace cargo.

Hasta ahora sólo he escuchado a una aspirante hablar sobre lo que hará después de las elecciones; es la única que sabe que el país debe transformarse porque la búsqueda es por la transformación de su realidad cotidiana. Para ella el día siguiente a las elecciones desde la derrota no le implica el cobijo de un puesto en el gobierno o en un partido político. Desde hace meses su objetivo es uno y no tiene fecha límite: voltear a ver una agenda, lograr comunidad.

María de Jesús Patricio, aspirante a candidata presidencial independiente, la mujer indígena que con 27 por ciento de firmas recaudadas tiene más claro lo que debe hacerse en el país, que tres de los 'independientes' que veremos en la boleta electoral.

Ayer, frente a cientos de universitarios, en un ambiente que no es el que acostumbró visitar durante su recorrido por el país, le dijo a los universitarios algo que tuvo claro desde el inicio: "la lucha va para largo".

"Nosotros ya iniciamos, y si ustedes también están de acuerdo y sienten que es suya la propuesta, entonces caminemos juntos, caminemos reconstruyendo a este país que está resquebrajándose, que se está cayendo a pedazos", invitó la aspirante presidencial en la Universidad Iberoamericana, que hace seis años se convirtió en el recinto del peor día de campaña del presidente Peña, quien no sólo no logró inspirar a los jóvenes, sino que el descontento juvenil con el regreso del PRI motivó el surgimiento del #YoSoy132.

A una semana de que el INE haga un corte final para saber qué 'ciudadanos sin partido' lograrán estar en la boleta electoral, el porcentaje de Marichuy hace poco probable que su nombre esté en la boleta. Pero ha logrado algo más grande: que en el país se conociera su lucha, la de las mujeres indígenas, la de comunidades que han vivido por siglos fuera de la pomposa agenda de promesas de campañas presidenciales; logró que aquellos indígenas que cada sexenio son usados como un escenario de campaña donde priistas, perredistas, panistas y ahora morenistas prometen -ahora sí, de veras de veras-, sean escuchados sobre sus milenarios problemas.

Marichuy dejó de ser parte de la foto con el candidato para volverse una voz activa, una lucha en carne y hueso de aquellos que durante siglos han vivido ignorados, desprotegidos, en pobreza y siendo explotados por mexicanos que llegan al poder sólo por el poder.

"Es el tiempo de todos los que estamos abajo. Hay que organizarnos, porque solamente así vamos a salir adelante. Se completen o no las firmas, ya cumplimos un objetivo, que es dar a conocer los problemas que tiene el pueblo (…) más allá de la firma, hay un compromiso más por este México", sostiene Marichuy en su discurso.

No podría esperarse menos de una mujer a quien ni la pobreza, la indiferencia del gobierno, la violencia, la marginación, el machismo y la injusticia no han podido enmudecer, sino que la impulsaron para dejar de ser parte del escenario de una campaña y convertirse en quien tome el micrófono no sólo para quejarse, sino para proponer soluciones desde una realidad que la obliga a vivir así, siempre en pie de lucha.

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