Una de las cosas que más influyeron en el hartazgo social y que sumó al cambio de gobierno por el que la gente votó el 1 de julio, es el de la seguridad. Los abusos en materia de derechos humanos que –como ayer recordamos– se han cometido desde hace décadas, la creciente incidencia delictiva y que los crímenes son cada vez más violentos, es una de las prioridades que el gobierno entrante debe atender. Sin embargo, no todo han sido promesas alentadoras en ese terreno.
Hay dos citas del equipo del presidente electo Andrés Manuel López Obrador que quiero rescatar para entender lo que viene en su gobierno en materia de seguridad y el tema del Ejército en las calles.
La primera es una declaración a mediados de agosto de la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, respecto al posicionamiento formal del gobierno que asumirá el poder el próximo 1 de diciembre sobre la Ley de Seguridad Interior: "Podríamos avanzar en la derogación, pero por respeto a la Corte debemos esperar el resultado". Es decir, no darán un paso adelante, no escucharán a organizaciones civiles, sino esperarán lo que ocurrirá en la SCJN.
La siguiente declaración es del propio López Obrador este fin de semana desde la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco: "En esta plaza histórica nos comprometemos a no utilizar nunca jamás al Ejército para reprimir al pueblo de México. Vamos a suprimir el Estado Mayor y a crear una guardia civil que limitará el uso de la fuerza y garantizará los derechos humanos". También señaló que en sus planes está una reforma a las Fuerzas Armadas para "crear una guardia civil nacional", que estaría integrada por miembros de la policía y de los dos estamentos militares. "Tenemos que darle un giro a la labor del Ejército", dijo.
No son dos declaraciones menores, es la señal de quien se cree con la verdad absoluta sin detenerse a escuchar. Oír no es igual a escuchar. Dar audiencia a un colectivo, como el de #SeguridadSinGuerra, para saber por qué hay más de 300 organizaciones y colectivos pidiendo la derogación de la Ley de Seguridad Interior. ¿De qué nos servirá un presidente que no esté dispuesto no sólo al diálogo, sino a repensar aquellas que más que políticas públicas son vendidas como fórmulas mágicas?
En vista del poco avance que el colectivo que lleva casi dos años levantando la mano para proponer una mejor estrategia de pacificación, que se incline más por el fortalecimiento de la policía y sus capacidades que por la creación de una guardia nacional que conserve a los militares en las calles, el día de ayer acudieron ante la SCJN a entregar una solicitud de audiencias públicas para la próxima discusión de esta ley.
El documento firmado por expertos como Ernesto López Portillo, Eunice Rendón u organizaciones como Fundar o Cencos, y que cuenta con la vocería de Diego Luna, es un llamado a los ministros para dar voz a los muchos ciudadanos que tienen algo que decir sobre una ley que ha sido condenada desde la ONU, y que ha levantado alarma en temas de la apertura a más violaciones de derechos humanos. Porque sí, se puede empeorar.
"¿Por qué es urgente detener las iniciativas sobre seguridad interior?
"Porque de no hacerlo, el Congreso mexicano habrá creado una jurisdicción que legaliza una situación que hace una década representa uno de los principales riesgos a la seguridad ciudadana en el país: la presencia de las Fuerzas Armadas en el fuero civil.
"La disyuntiva se centra entre sacar a las Fuerzas Armadas de las calles o crearles unas reglas ad hoc. La respuesta del poder civil quiere irse por el lado más sencillo: cambiar las reglas. Crear un marco jurídico que les permita actuar como si estuvieran capacitados para hacerlo, aunque ello implique crear un régimen de excepción que, desafortunadamente, tendría un carácter general y permanente.
"En otras palabras, garantizar que la 'seguridad interior' –lo que no está lejos de significar, garantizar un marco de impunidad para el Ejército y la Marina– puede convertirse en un riesgo para la seguridad de la población civil", señala el colectivo.
Y es que no nos queda claro: olvidar es repetir.