Parteaguas

Resulta que Trump quiere ponernos caro el ‘shopping’

Poner aranceles al acero y el aluminio impactará a la economía de EU más de lo que Trump cree y le podría resultar contraproducente, explica Jonathan Ruiz.

Creo que hay que apostar por lo contrario, por la opción de que el presidente de Estados Unidos no lo haga. Donald Trump advirtió de que va a hacer más caro todo el shopping para quienes visitan sus malls y outlets, tanto turistas que viajan desde México como para sus connacionales.

Dicho de otro modo, dijo que elevaría los aranceles a la importación de acero y aluminio ajenos a Estados Unidos, pero significa lo mismo.

Si su gobierno carga impuestos a las compras que hagan sus empresas a otros países de estos materiales, presionará la inflación. Él no lo entiende, a decir de su narrativa en Twitter.

¿Cómo está envuelto un Kiss de Hershey's? ¿Cuánto aluminio llevan los celulares o las computadoras, las pantallas de TV? ¿En qué llevan todo a todos lados? En camiones que se sostienen en una estructura de acero.

Si Estados Unidos sube los aranceles a 25 por ciento para este material y 10 por ciento para el aluminio, el señor Trump recibirá una rápida clase de economía global. Otros gobiernos tendrán que responder con nuevos impuestos que exigirán las empresas de sus países, cuyos directivos exigirán también establecer barreras a la entrada de productos. Una lluvia mundial de impuestos puede aumentar aceleradamente el precio de los productos, obviamente también en México. Trump parece influido por un hombre de 80 años de edad, Wilbur Ross, su secretario de Comercio.

Él acumuló experiencia en actividades de 'buitre', el término usado frecuentemente por abogados para aludir a inversionistas que compran empresas a punto de quebrar o sentándose del otro lado de la mesa, adquieren los pagarés que éstas emitieron para obtener dinero prestado cuando estuvieron sanas.

¿Cómo ganan dinero estos inversionistas? Reactivando las empresas para venderlas más caras o, en el bando contrario, cobrando ferozmente los citados bonos. Muy frecuentemente, estos últimos los cobran quedándose con la empresa misma. Siendo más joven, Ross participó en empresas siderúrgicas con las que hizo negocio.

Anoten esta coincidencia: ahora este empresario e inversionista repentinamente convertido en funcionario quiere quitar del mercado la competencia de acero en su país.

Él dice que prácticamente no habrá impacto en la inflación. Él no es autoridad para hablar de eso. La inflación le corresponde a la Reserva Federal, el Banco Central de Estados Unidos.

¿Hay que temerles esta vez a Trump y a Ross? Hace más de un año, Carlos Slim dijo: "Trump no es terminator, es negotiator", en alusión a los modos del mandatario de obtener lo que quiere. Hasta ahora la retórica no ha tenido efecto en acciones concretas.

Atacó al TLCAN y el TLCAN todavía opera. Las exportaciones mexicanas deberían hoy enfrentar una debacle y están en récord.

¿Por qué? Porque Trump tiene un jefe llamado capitalismo defendido por los tres millones de miembros de la US Chamber of Commerce, que se oponen abiertamente a él en cerrar los mercados.

No les preocupa tanto la inflación, quieren mantener sus ventas y saben que si el gobierno les aumenta los impuestos ellos tienen dos opciones: aumentar precios o recortar sus ganancias. Una les quita clientes, otra les quita dinero. Con ambas pierden.

¿Quién gana? Unos cuantos productores de acero, un sector en el que Wilbur Ross parece tener amigos y Trump posibles fondos y votantes para su reelección, asunto en el que empezó a trabajar la semana pasada.

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