Autonomía Relativa

Conversión morena

En política, ni las victorias ni las derrotas, ni los adversarios ni los aliados o los grupos son para siempre, escribe Juan Ignacio Zavala.

Cuesta trabajo entender a Andrés Manuel. Reprende a un par de escritores por ser conservadores y falsos liberales, y a la semana lanza su proyecto de 'Constitución Moral'. Condena a la mafia del poder y recibe en su partido miembros conspicuos de la misma. Se rodea de corruptos y anuncia que perseguirá la corrupción con locura. Es el caso también de la lista de senadores. Sorprende con la candidatura de Germán Martínez, pero al mismo tiempo le coloca el antídoto del aplauso y la sorpresa con la candidatura de Gómez Urrutia. Él solo se mata las notas. La aparición en la lista plurinominal de Morena del expresidente del PAN era algo realmente novedoso, que solamente el propio Andrés Manuel podía opacar. Y lo hizo.

Debo decir que me precio de contar con la amistad de Germán Martínez. Es una relación de años, desde mucho antes de que combatiéramos al Peje en la arena política, combate que tan buenos y malos ratos nos hizo pasar. No cuestiono la decisión que tomó Germán. Estoy seguro que es producto de una larga reflexión teórica y práctica y un debate consigo mismo. Como animal político que es, busca hacer política donde puede hacerla. Es un hecho que en el PAN, un hombre como él, expresidente del partido, exdiputado, exsecretario de Estado, no tiene posibilidad de ser nada. En ese partido se cerraron los espacios para quien no es de la directiva, incluso para él, que algunos lo considerábamos 'cripto anayista'. No lo veo como una cuestión de tener hueso, un sueldo; a Germán le gusta la política, la entiende y una muestra clara es la jugada espectacular que acaba de realizar. Me alegro por el Senado, porque tendrá en él a un hombre capaz y talentoso que, a pesar de todo, puede acabar solo ante el comportamiento verdaderamente primitivo de las huestes de Morena, pues les será muy fácil aislarlo. A muchos de ellos no sólo tendrá que enseñarles técnicas legislativas y nociones del derecho y hasta de la política, sino también cuestiones básicas de educación, como el respeto a las cosas ajenas y asuntos por el estilo. Pero, sobre su decisión, creo en lo que dice Germán: no se puede vivir solamente con la carga del pasado, hay que ver hacia adelante. En política, ni las victorias ni las derrotas, ni los adversarios ni los aliados o los grupos son para siempre. Germán le cree a AMLO, yo no. Pero el de la responsabilidad pública será él y al único que tiene que contestar sobre su decisión es a sí mismo, porque también será quien pagará el costo de las críticas, justificadas muchas de ellas, sobre su viraje. En política se paga todo. Es cierto que tendrá que lidiar con muchos de los impresentables de Morena, pero también es cierto que los otros partidos no están postulando a la orden de los carmelitas descalzos. Las listas de los partidos son la galería del horror.

En alguna ocasión, en 2006, Germán y yo estábamos en la librería Gandhi. Un tipo nos reconoció, se acercó y nos gritó: ¡Es un honor estar con Obrador! Germán, con la agilidad mental y la agudeza que en mucho lo definen, le contestó: ¡Es más chingón estar con Calderón! Cuento la anécdota para dejar en claro que, para mí, Germán cumplió a cabalidad su ciclo, se retiró hace nueve años de la política activa y vuelve de espadachín de AMLO, que necesita gente preparada y dispuesta a dar el debate de altura por él, más allá de las fobias, y también para decirle que no cuando se requiera. Germán es de esos. La política es un pantano donde todos los plumajes se manchan, el reto es poder volar para sacudirse el lodo. Suerte en su aventura morena. No se ve fácil, pero en política casi nada lo es.

COLUMNAS ANTERIORES

Cosas que salieron mal III
Cosas que salieron mal II

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.