Autonomía Relativa

El estilo Sheinbaum

Claudia Sheinbaum, próxima jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ya comienza a marcar su propio estilo de sin dejarse intimidar.

Es innegable que el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador recorre a los personajes de Morena de manera vertical. Gente de inteligencia sucumbe ante su líder, a quien le adjudican desde una mirada convincente y conmovedora hasta rasgos de genialidad. No hay que sorprenderse, así son las cosas cuando se batalla por y con un político. Resulta difícil que cuando se trata de un líder que llega de manera singular y después de tantas luchas libradas, sus seguidores piensen que es un pobre estúpido o un bueno para nada. El ejercicio de gobierno es diferente, pronto sabremos qué tan calificado resulta ese liderazgo a la hora de tomar decisiones de políticas públicas. Puede ser que tarde un par de años, pero será inevitable, si las cosas no salen bien, empezar a escuchar cosas del tipo: "es que no escucha", "ya se encerró", "la verdad no le sube mucho el agua al tinaco", "lo tiene secuestrado un grupito y es a los que les hace caso", "la mujer lo tiene embrujado o qué sé yo", "el poder lo cambió". No será la primera vez que escuchemos algunas de estas expresiones. Ya veremos qué pasa.

El tener un líder al que se ha seguido por años –como es el caso de muchos de los cercanos a Andrés Manuel– genera unos lazos de solidaridad y complicidad muy fuertes. Quizá solamente el ascenso de alguien a ese liderato o a la posición que ocupa el líder, puedan tensar y romper los vínculos construidos. Por lo pronto lo que veremos son estilos. Y alguien que ya comienza a marcar su propio estilo es la próxima jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum. La futura gobernante de la capital del país ganó de manera más que holgada las elecciones. Es claro que la figura de López Obrador la llevó a arrasar en la jornada electoral. Algún día mencioné en este espacio que pocas veces los mexicanos tendrían ante sí un currículum tan especial como el de la señora Sheinbaum: licenciada en física, maestría en ingeniería energética y doctora en ingeniería ambiental. Tan sólo esos estudios la disparan como algo diferente en nuestra clase política, en la que siempre hay que preguntar si son abogados de la UNAM, la Libre o del ITAM. Además es una mujer de batalla, que no se rinde fácilmente –los años junto a AMLO son una muestra clara de eso–. No voté por ella por la enorme distancia que le llevaba a su competidora más cercana, pero en una situación de voto decisivo hubiera votado por ella sin duda. No por su carisma, claro está –parece más bien aburridona, pero uno no la quiere para comadre sino para que gobierne–, sino por su capacidad de trabajo y conocimiento más allá de la grilla.

No tengo duda que Sheinbaum marcará su propio estilo sin dejarse intimidar. Ella se juega su prestigio y su futuro en este lance gubernamental. Por lo pronto ha marcado una diferencia enorme con el estilo ejercido por su jefe político. Al contrario de la estridencia, ha buscado la discreción; al revés de la gritería y al bravuconada, ha buscado la precisión en el comentario.

El nombramiento de colaboradores es un reflejo no sólo del estilo, sino también de lo que valora el gobernante. Los nombramientos de Sheinbaum me han parecido un fiel reflejo de ella: seriedad y capacidad. Da gusto ver tantas mujeres en un equipo de trabajo, en los colaboradores abundan las maestrías y los doctorados, la especialidad técnica. Muy al contrario del arca de Noé que es el equipo de AMLO, en la que lo mismo hay personajes que creíamos ya habían pasado a mejor vida, que grillos de cuarta, hampones electorales o gente fifí. Por eso el resultado ha sido una mezcla de desorden, ocurrencias, muestras de ignorancia y afán de protagonismo desbordado.

Ya que seremos gobernados por Morena, tendremos la posibilidad de evaluar estilos y liderazgos de ese partido. Por lo pronto, la prudencia y las decisiones de Claudia Sheinbaum hay que saludarlas.

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