Internacionalistas de la Universidad Iberoamericana y de la Universidad de las Américas Puebla

El reto del PRI ante el 2021

La que alguna vez desde la oposición política fue la “fuerza bisagra” para los acuerdos, hoy se pierde en la intrascendencia electoral, que finalmente es la expresión de la ciudadanía.

1. El PRI en la última elección intermedia del 2015 logró 203 legisladores, de los cuales 87 fueron mujeres y 116 hombres. De los 300 distritos electorales de mayoría relativa conservó 155 distritos y bajo la figura de representación proporcional obtuvo 48 escaños, 23 para mujeres y 25 para hombres. Sin la figura de diputados plurinominales y ante el universo ficticio de 300 escaños por la vía directa, el PRI hubiera obtenido la mayoría simple del congreso.

2. Pese a la caída de confianza que sufrió el PRI desde el Gobierno en la presidencia de Enrique Peña Nieto y abiertos los frentes por la inseguridad pública, el impacto de las reformas por el Pacto por México y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el priismo logró un resultado que muchos analistas calificaron como mediocre si se compara con la elección intermedia del año 2009. Sin ser partido en el gobierno, el PRI obtuvo casi la mayoría simple con un resultado, de acuerdo al Instituto Nacional Electoral, de 237 diputados federales: de los cuales, el tricolor obtuvo la victoria en 184 distritos electorales (30 mujeres y 154 hombres) y vía plurinominal logró 53 legisladores (22 mujeres y 31 hombres).

3. La LXI Legislatura que reunió a los diputados federales de la elección intermedia del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, terminó con 242 legisladores. El poder de operación electoral de gobernadores del PRI tuvo como cohesión un precandidato fuerte desde la gubernatura del Estado de México, pero también la percepción pública de que el PRI retornaría al poder con el enunciado de "saber gobernar". Bancadas como la de EDOMEX ganó 38 de 40 distritos electorales de mayoría o Veracruz, de 21 distritos el PRI logró la victoria en 17 o Oaxaca que ganó los 11 distritos electorales federales. La labor electoral de los gobernadores fue contundente de la mano de una estrategia que se coordinó desde los intereses del entonces precandidato presidencial, Enrique Peña Nieto, más que los de la sede nacional del PRI.

4. En la elección intermedia del 2009. la lista nominal de electores era de 77,470,785 ciudadanos y la tasa de participación fue de 44.76%, en la que en términos reales sólo sufragaron 34,677,923 ciudadanos. La sentencia que apuntan muchos estudiosos del tema electoral de que "al PRI le iba bien si había poca afluencia para votar", cobra cierta fuerza si se reconoce qué en el 2009 pese a no estar presente en el poder presidencial, el poder atomizado en gobiernos estatales instruyó a una movilización del sector duro del priismo para fortalecer los números para la elección presidencial del 2012.

5. Tradicionalmente las elecciones intermedias no tienen una afluencia mayor que las elecciones para Presidente de la República y los 628 legisladores del Congreso de la Unión. Sin embargo, se ha reducido la participación desde que en 1991 la afluencia electoral fue de 65.97% a la última elección intermedia en el 2015 con una participación de 47.72%.

6. Unificar el calendario electoral para votar el mismo día por la Cámara de Diputados más 15 gobernadores, más 27 estados donde habrá renovación de legislaturas estatales y 28 estados que renovarán sus ayuntamientos (desde los 217 y 212 ayuntamientos de Puebla y Veracruz, respectivamente o los 153 ayuntamientos oaxaqueños -que no se rigen por usos y costumbres- hasta los cinco municipios de las Californias), será un reto excepcional para recibir a más de 95 millones de ciudadanos con credencial de elector. Sin embargo, las probabilidades de que aumente el porcentaje de participación debido al factor local, donde la tasa de sufragio siempre es mayor, es real. El reto de gobernabilidad democrática en una geografía política de suyo complicado y la representación plurinominal, como refugio de democracia pluralista ante el nacimiento de una nueva hegemonía política, son rasgos que sobresalen más allá de la jornada electoral.

7. El PRI logró en la peor elección de su historia en el 2018, sólo 46 diputaciones federales que representan el 9.2% de la totalidad de miembros del Palacio Legislativo de San Lázaro. Con el mayor derrumbe de su historia, sólo obtuvo la victoria en nueve de los 300 distritos electorales por mayoría relativa. El principio de representación proporcional, que el propio PRI impulsó para alentar la pluralidad de las minorías políticas y "oxigenar" la vena del pluripartidismo en el Legislativo federal, logró 37 escaños en la Cámara de Diputados. Una fría comparación entre lo cuantitativo y lo cualitativo arrojan los datos duros anteriores. Frente a una incapacidad de ser una oposición genuina, con la carga con la lucha contra la corrupción en la que muchos posibles involucrados son legisladores de su partido y ante una nula capacidad de oxigenación de nuevos liderazgos orgánicos, el priismo corre el riesgo de ser un partido periférico sin mayor fortaleza nacional que el lugar que le dio la historia. Sin los resortes del poder, desde la Presidencia de la República o los gobiernos estatales (las encuestas más serias no le dan espacios de certidumbre para retener las ocho gubernaturas, destacando pocas posibilidades de hacerlo en Sonora, Oaxaca, Colima, Guerrero y Zacatecas. Tlaxcala, Campeche y San Luis Potosí), la realidad dice que es difícil que el PRI se fortalezca. Ni siquiera la oportunidad de iniciar una nueva época histórica con algo más que cambio de siglas, se ha propuesto entre los grupos del PRI que más que pelear por la refundación, la exhiben una batalla por las prerrogativas a las cuales tiene derecho el partido, aún.

8. El tránsito del PNR al PRM y después al PRI, fue un ejemplo de cambios históricos con causas de su tiempo. La oportunidad de hacerlo en el 2000 se abortó y hoy es muy lejano una transformación en esa magnitud. Octavio Paz escribió en "Tiempo nublado" que los partidos socialistas y socialdemócratas dejaron de ser revolucionarios. El PRI aún es miembro de la Internacional Socialista, no obstante, le convendría leer al poeta que escribió en la obra señalada: "renunciar al verbalismo revolucionario no sólo es un signo de sobriedad intelectual sino de honradez política". El PRI tendrá sujeto su registro político reservado a la capacidad de erigir una nueva oferta política para el 2024, además de no volver a históricos errores de encumbrar en candidaturas a personajes con nula solvencia profesional y moral. La que alguna vez desde la oposición política fue la "fuerza bisagra" para los acuerdos, hoy se pierde en la intrascendencia electoral, que finalmente es la expresión de la ciudadanía.

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