Leon Opalin

Los judíos de Alemania

Hay varias teorías sobre el origen del término Ieke y cómo llegó a convertirse en el término clásico para los judíos de origen alemán.

De todas las diferentes etnias y culturas que componen la nación judía, hay un lugar especial para los Iekes, los judíos de Alemania.

Son puntillosos y específicos, el estereotipo del Ieke es una criatura de hábitos, confiable, devotos y exactos. También sería un poco escéptico y ambivalente sobre las cosas vagas que no se pueden cuantificar, calificar y documentar.

El término es halagador y al mismo tiempo un poco derogatorio

Hay varias teorías sobre el origen del término Ieke y cómo llegó a convertirse en el término clásico para los judíos de origen alemán, algunas teorizan que surge de la palabra alemana para “saco” (jacke) ya que los primeros judíos europeos usaban unos sacos cortos, diferentes a las vestimentas largas de los europeos de la época.

Cualquiera que sea el origen del término, se utiliza como un halago o como una expresión de disgusto, por ejemplo:

“El ieke es increíble, no llega nunca tarde”, pero también “El ieke se enojó porque llegué un minuto tarde a la reunión”.

Fueron los primeros ashkenazim

Ashkenaz es el nombre hebreo para Alemania. Las varias persecuciones internas en Europa fueron empujando a los judíos europeos hacia las profundidades orientales de Rusia. De todos modos, en el amplio mundo Ashkenazi, cuando decimos Ashkenaz nos estamos refiriendo específicamente a los judíos alemanes, concretamente a los de Alemania occidental y del sur.

Tienen costumbres únicas

Los judíos de Alemania tienen algunas costumbres únicas, algunas que son de todos los Iekes y otras que son exclusivas de cada región.

Una de las costumbres más llamativas es que los hombres comienzan a usar el talit desde muy jóvenes, y una costumbre de hacer un cinturón para la Torá, hecho con la ropa de un recién nacido en su brit milá.

Otra diferencia es que en Shabat y festividades, se lavan las manos para comer el pan antes de recitar el kidush y bendicen por el pan directamente después de beber el vino del kidush.

Las melodías de la sinagoga para cada ocasión

Las sinagogas de rito alemán tienen melodías específicas para cada festividad,  incluso para los Shabatot especiales a lo largo del año. Por ejemplo, en el Shabat de Janucá, el Adón Olam se canta con la canción de Maoz Tzur, y en el Shabat de Pesaj con la melodía de Adir Hu (que se canta en general después del Seder).

Por eso, un Ieke puede entrar a la sinagoga en cualquier momento del año, y sin llegar a escuchar las palabras, puede reconocer solo con la melodía, la época del año en la que está y además donde se encuentra la comunidad en el servicio.

Tienen su propia forma de hablar Idish

A pesar que el idish comparte un ancestro en común con el alemán moderno, es sin duda, un lenguaje diferente con sus características específicas. Tradicionalmente, los judíos alemanes hablaban “Idish Deutsch” (Idish Alemán), que obviamente era más parecido al alemán que el idish oriental, que fue evolucionando en un entorno eslavo y, por ende, tenía menos influencia alemana.

En el siglo XIX, los judíos alemanes se fueron asimilando a la cultura alemana y eventualmente el idish alemán desapareció por completo.

La asimilación golpeó temprano y fuerte

Cuando el iluminismo arrasó Europa occidental y los muros de los Guettos cayeron a pedazos. Lamentablemente, algunos judíos alemanes fueron tentados con la perspectiva de ser aceptados y admitidos si se convertían al cristianismo. Otros eligieron “reformar” el judaísmo hasta convertirlo en una mezcla sosa de rituales vagos y ambiguos, con la esperanza de que sean aceptables para sus vecinos alemanes sin la necesidad de renunciar oficialmente a su religión.

Frankfurt era el bastión de la ortodoxia

Por todo Alemania, quedaron pequeños bastiones de judíos que seguían fieles al judaísmo ancestral.

Esto era especialmente notorio en Frankfurt, donde se formó una comunidad ortodoxa separada del resto durante un evento conocido como el austritt. Con miembros que eran estudiosos de la Torá y además contaban con estudios seculares, los miembros de esta comunidad se convirtieron en modelo a seguir para muchos judíos.

Adoptaron la apariencia occidental

A diferencia de los judíos de Europa oriental que mantenían un código de vestimenta muy definido, con largas gabardinas, sombreros negros, barbas largas y peot (caireles), el Ieke típico no era diferente a sus vecinos en su apariencia externa. La excepción eran los rabinos que si tenían peot prominentes

Los Iekes tienen su propia pronunciación del hebreo

Existieron cuatro pronunciaciones de la palabra jolam entre los judíos ashkenazíes anteriores al Holocausto: dos en Europa del Este y dos en Europa Occidental.

La palabra jolam, por ejemplo, se pronunciaría como joilam entre los judíos polacos (y austriacos), jaylam entre los judíos lituanos (y rusos), jaulam entre los iekes del norte y jolam cuando la pronunciaran los iekes del sur.

Parece que los judíos alemanes también alguna vez diferenciaron entre la pronunciación de la alef y la ain, y la letra jet y la jaf, pero eso parece haber desaparecido en el siglo XVII.

Utilizan la palabra Orenen para referirse a las plegarias

Influenciados por el Idish de Europa del Este, muchos judíos usan la palabra daven para referirse a la oración, pero entre los iekes se utilizaba la palabra oren, basada en la palabra latina ora (“orar”).

A menudo tenían dos nombres

Muchos judíos alemanes tenían dos nombres, uno en hebreo y otro en alemán (idish). Un niño recibía su nombre hebreo en el brit milá (circuncisión), entre los ieke occidentales el nombre secular se le daba en otra ceremonia conocida como hollekreisch.

Había tres niveles de ordenación rabínica

Entre los iekes (y también los judíos austríacos), una persona que había estudiado en una ieshivá (escuela religiosa) y era capaz de estudiar solo por su cuenta, recibía el título de javer (“par”), aunque técnicamente no era una ordenación. Un erudito avanzado era conocido como rav (“rabino”). Y quien emitía dictámenes de la Torá a nivel comunitario era referido como moreinu (“nuestro maestro”).

No se dice Izkor en las festividades e incluso barba en algunos casos

Al igual que los sefardíes, los ashkenazim tradicionalmente no decían izkor en Pesaj, Shavuot y Sucot (aunque algunas congregaciones sí lo decían en Iom Kipur) ya que al recordar a los seres queridos fallecidos limitamos la alegría festiva.

Pero en dos Shabat específicos del año, sacaban el memorbuch, un libro que contenía registros de los seres queridos fallecidos de la comunidad desde hace siglos, y recitaban oraciones conmemorativas por todos ellos.

La vida de Ieke fue transferida al Nuevo Mundo

Con el ascenso del nazismo, se hizo cada vez más claro que había poco futuro para los judíos en Alemania. Muchos se escaparon a los EE. UU., a tierra santa, entre otros lugares, recreando sus comunidades desarraigadas en su nuevo entorno.

Con el tiempo, muchas comunidades Ieke se desvanecieron y los descendientes de los inmigrantes originales se unieron a otras comunidades. Sin embargo, todavía quedan comunidades judías alemanas como el Kahal Adat Ieshurun en el barrio Washington Heights de Manhattan, fundada judíos de Frankfurt y dirigida por el rabino Dr. Joseph Breuer (1883-1980).

Hay (nueva) vida judía en Alemania

Tras el Holocausto y el reasentamiento de los sobrevivientes judíos, quedaron pocos judíos en Alemania. En 1952, la población judía era de solo 10,000, una mezcla de los iekes nativos y judíos de otras partes de Europa que terminaron en Alemania al final de la guerra.

A partir de los 90´, la vida judía alemana resurgió, cuando los judíos de la ex URSS llegaron al próspero país reunificado.

Hoy en día, hay más de 100.000 judíos en Alemania y cuentan con 35 parejas de emisarios de Jabad en 19 ciudades, y viven su judaísmo plenamente.

COLUMNAS ANTERIORES

Francia facilita a los judíos recuperar obras robadas por los nazis
Los judíos de Hungría

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.