Leon Opalin

Se consolida la Dictadura de Xi Jinping

'Xi proclama la centralización de la autoridad como fundamental en su gestión', apunta el columnista sobre las recientes decisiones de China en su política interna.

Paralelamente al mundo globalizado en el que vive la mayor parte de la población mundial se manifiestan crecientes tendencias de disgregación política, económica y social que implican un grave retroceso para el mundo. China, Rusia, Reino Unido, entre otras naciones, registran perfiles contradictorios a la globalización que pueden conducir a una peligrosa inestabilidad internacional.

En este ámbito, en el XIX Congreso del Partido Comunista Chino (el más grande del mundo con 89 millones de miembros), en marzo pasado, se establecieron reformas al Estatuto de formación política; el presidente de China y secretario general del partido Xi Jinping (XJ) fue elegido con 13 líderes para conformar el Comité Central del Partido Comunista. XJ, de 63 años desde su llegada al poder en 2013 ha acumulado una enorme fuerza, ppues además de estar al frente del Partido, del Estado y de la Comisión Militar Central (los 3 pilares del sistema) encabeza numerosas comisiones que supervisan el funcionamiento de la estructura del país.

En el Congreso se dio una posición histórica a los pensamientos de XJ sobre el socialismo con características de la nueva época. Asimismo, se enfatizó el liderazgo absoluto del partido sobre las fuerzas armadas y gran énfasis a la lucha contra la corrupción, la cual se evalúa como la mayor amenaza que enfrenta.

Por otra parte, en la Asamblea Nacional Popular (ANP), al inicio de abril, se aprobó una enmienda constitucional que eliminará los límites al mandato del presidente de cinco años, lo que permite a XJ gobernar indefinidamente. El proyecto de Ley fue anunciado dos semanas antes y causó consternación a una parte de la opinión pública; no obstante, los censores se encargaron de borrar las críticas en redes sociales, en donde circuló por un tiempo.

Analistas políticos consideran que la presidencia indefinida de XJ representa un paso atrás en la "vida democrática" de China, que rompe con 36 años con el límite a dos mandatos que fue impuesto en la Constitución de 1982 por el líder de aquel momento, para evitar una revuelta al régimen autoritario de la era de Maozedung (1949-1976) que, entre otras cosas, estableció la Gran Revolución Cultural Proletaria en todo el país y provocó que más de un millón de personas fueran asesinadas y 36 millones perseguidas y hostigadas.

Cabe destacar que la campaña anticorrupción que ha instrumentado XJ fortaleció la disciplina interna del partido y la rendición de cuentas de los cuadros gubernamentales. Esta política ha permitido a XJ "deshacerse de muchos rivales". Por lo demás, XJ proclama la centralización de la autoridad como fundamental en su gestión y que también es importante para la estabilidad del partido el control sobre los medios de comunicación, los militares y la economía. Igualmente, señala que un liderazgo más fuerte es congruente con la idea de buscar una posición más ambiciosa a nivel internacional. XJ pretende "encontrar el sueño chino" en la ambición de su país como potencia mundial.

XJ deberá demostrar sus dotes en el manejo de la "geopolítica fina", ya que la tensión entre EUA y Corea del Norte amenaza con desestabilizar a toda el área de influencia. Tendrá que apresurar el paso para pasar de un modelo de industrialización con baja tecnología y mano de obra barata y de baja productividad a otro en el que predominen las tecnologías de punta. Este proceso va exigir muchos ajustes que pueden crear inestabilidad social. En general, se espera que XJ acentúe sus políticas represivas frente al descontento.

Al igual que el presidente Trump, XJ limitará sus mercados a empresas y trabajadores nacionales y se prevé que impondrá una campaña "de China primero". En el ámbito de las minorías étnicas y religiosas es previsible que las religiones "no chinas" sean más reprimidas y se observe una asimilación forzada de las minorías: uigures y los tibetanos.

Al final de cuentas, con sus características locales, es posible que XJ imponga un esquema económico y político como el que está implementando Trump, aunque en EUA se espera que "las locuras de Trump" sean pasajeras porque es un país de leyes, instituciones e individuos que siempre han vivido en democracia. Enfrentar a XJ es enfrentar a la Constitución China.

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