El Globo

Ataque a nuestro país

Leonardo Kourchenko escribe sobre las conexiones que Robert Mueller está buscando entre Donald Trump y los rusos.

Así calificó el presidente Donald Trump los cateos realizados ayer por los agentes especiales del FBI a las oficinas, domicilio y cuarto de hotel del abogado Michael Cohen.

Se trata de la investigación especial de Robert Mueller por los supuestos vínculos entre la campaña de Trump y el gobierno, los servicios de espionaje o funcionarios rusos: lo que el mundo conoce hoy como el Rusiagate.

El abogado Michael Cohen es –no sabemos si siga siendo– abogado personal del hoy presidente. Representó en distintos casos y asuntos a Donald Trump por lo menos desde mediados de la década pasada. No fue invitado a colaborar a la Casa Blanca, no se incorporó al equipo de gobierno ni tampoco a la campaña del entonces candidato republicano. Cohen permaneció con su práctica privada en Nueva York desde donde siguió atendiendo casos y asuntos personales del señor Trump.

El más sonado públicamente es el escándalo de la actriz porno Stormy Daniels quien asegura haber sostenido una relación extramarital con Donald Trump hace una década.

La señorita Daniels recibió un pago de la oficina del abogado Cohen por 130 mil dólares para guardar silencio en lo que se conoce como un non disclossure agreement (NDA) que establece una serie de condiciones para que la susodicha no cuente la historia, no escriba un libro ni otorgue los derechos de la misma.

En una declaración de la semana pasada del propio Trump, a bordo del Air Force One, 'se patinó' y confesó –al hablar por primera en público del caso– que no sabía nada del pago y que debían preguntarle a Michael Cohen de quien dijo "es mi abogado". Esta declaración derriba el acuerdo entre la señorita Daniels y el abogado Cohen, porque se supone que el litigante actuó en representación de Trump y que firmó el acuerdo en su nombre. Al desconocer el presidente el acuerdo y el pago, sustenta la acusación de Daniels quien asegura hoy que ella no tiene ningún acuerdo con Trump y por ende no está obligada a guardar silencio.

Pero, ¿qué tiene que ver una actriz porno con el Rusiagate? Robert Mueller está buscando más conexiones entre Trump y los rusos, eventuales contactos, acuerdos, pagos o facturas; documentos del abogado a agentes o instancias rusas –la semana pasada el fiscal interrogó a algunos empresarios, conocidos como los oligarcas por su fortuna y control de sectores estratégicos de la economía rusa– para buscar evidencia que demuestre esos vínculos. Ya hay pruebas sólidas con personajes de su equipo de campaña, Paul Manafort y su segundo.

El tema aquí es demostrar si el propio candidato sabía de los encuentros y acuerdos, o más aún, encontrar la vieja y muy inculpatoria pista del dinero. Si Trump o sus empresas –como el equipo especial del FBI parece suponer– recibieron dinero, pagos o transacciones con rusos durante la campaña, será muy fácil desde esa evidencia presentar cargos formales.

Trump dijo ayer desde el salón de gabinete que toda la investigación "era una desgracia", "una cacería de brujas" que no había encontrado nada. Llegó a agregar incluso que muchos le pedían despedir a Mueller y consideró los cateos como "un ataque a nuestro país".

Graves afirmaciones del presidente Trump. Cuando Richard Nixon (1976) despidió al investigador especial para el caso Watergate, precipitó su caída al erosionar la confianza del público y de su partido.

Si Trump despide a Mueller –para lo que tiene facultades– podría activar un acelerado proceso de descomposición de su presidencia, que podría conducir a la presentación de cargos, la filtración de la investigación y, finalmente, el inicio de un proceso de impeachment (destitución) contra el presidente.

El calendario político y electoral juega un papel determinante, porque la composición del próximo Congreso a renovarse en noviembre puede inclinar la balanza de una decisión de esa magnitud. El Senado (una tercera parte se renueva) es responsable de aprobar e iniciar audiencias por acusaciones en un caso de impeachment, donde dos tercios son necesarios para destituir a un presidente. Si los republicanos perdieran mayoría en la Cámara alta –que por lo pronto se ve improbable– el futuro de Trump en la Casa Blanca estaría en juego.

Por ahora el fiscal especial Robert Mueller sigue reuniendo evidencia, documentos, testigos clave y, sobre todo, coadyuvantes en la investigación bajo la clasificación de testigo protegido.

COLUMNAS ANTERIORES

Alerta mundial
Andrés y Cayetana

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.