Sobremesa

El dilema de los chalecos

En los últimos años los políticos, cuando andan en campaña, adoptan un 'look' de guerra que no tiene pierde, el cual incluye como elemento distintivo el chaleco.

En la política mexicana existen algunas reglas no escritas que siempre han sido motivo de análisis, reflexiones y profundos libros; las señales, los guiños, las palabras, los lugares. Ahora bien, en los últimos años los políticos, cuando andan en campaña, adoptan un look de guerra que no tiene pierde, el cual incluye como elemento distintivo el chaleco.

El chaleco le da sentido de pertenencia al candidato y convierte en miembros del club de los cercanos a los 'operadores' que lo portan con su nombre, la bandera de México y diversas variantes. Los más pirrurris y potentados inclusive deben mandar a comprar modelitos de Carolina Herrera, Loro Piana o Moncler.

Sin embargo, los famosos chalecos rojos PRI, el chaleco azul pitufo con ese aire celestial y el amarillo de la izquierda popular forman parte de las fotos del recuerdo de las campañas.

El dilema de los chalecos en esta elección es evidente; con tanta alianza rara, ciudadanos antipartidos e independientes, los chalecos deben contar con nuevas y complejas características:

En el PRI

Para tristeza de sus aguerridos militantes, el candidato Meade, gracias a su 'quesque' superestratega Alejandra Sota, que NO es priista y ni los conoce, decidió no usar prendas rojas ni por equivocación, y los chalecos sólo son utilizados por los miembros del ejército rojo que, al parecer, se niegan a usar las prendas blancas sugeridas por –a la que han bautizado como– la 'ya saben quién' de la campaña. Así pues, la alianza de Meade tiene la complejidad de usar el blanco con fondo rojo (obvio no reversible), algún resorte verde deslavadón, dado el reciente agarrón con epicentro en Chiapas, y algunos motivos turquesa, por aquello del partido de la maestra Elba, que nada más para ir a su casa firmó la alianza, pero que, como ha trascendido, opera abiertamente para 'ya saben quién'.

Morena y sus complejidades de modelo

Pues el logotipo del partido tiene un tono fucsia que, al parecer, cual colores primarios, combina con todo lo que caiga: desde el rojo añoranza de las mejores épocas en el PRI de AMLO y Bartlett, pasando por el azul plúmbago que tanto le gusta usar a la senadora Cuevas y Tatiana Clouthier, incorporaciones pirrurris perdonadas por el mesías, hasta el color verde dinosaurio, que hace juego con la nonagenaria clase política que acompaña a 'ya sabes quién'. Ah, y podría adornarse para completar el difícil cuadro y la estrella amarilla socialista del PT, junto con algún motivo religioso que pudiera incorporar a Encuentro Social.

El modelo de la alianza de Anaya

Tiene retos de diseño complejos, pues mientras los pitufos pirrurris desearían que Valentino o Lacoste, de perdis, les prepararan finos y ajustados atuendos, los de la banda amarilla se inclinan más por chalecos bordados en Iztapalapa con distintas tonalidades de amarillo, en clara referencia a las tribus; quizá por la influencia de la Barrales y sus orígenes aeronáuticos, el chaleco podría incorporar alguna sexy mascada haciendo juego con el cinturón. La dificultad sería incorporar a este modelo azulcrema, leyendas naranjas con alguna bocina incluida para tararear la canción de la temporada y el na na na na...

El de Margarita

Sería morado, pues se ha colocado como el color de los independientes. Pero por lo que se puede ver de su campaña, los chalecos serán ¡blanquiazules!, pues piensa ir por los votos panistas de Anaya, argumentando que el Frente desapareció al PAN. Así que, en el fondo, podrá usar sus chalecos azules de toda la vida y tendrá una campaña panista. Aunque los malpensados dicen que serán reversibles azules de un lado, y rojos del otro, por aquello del PRIAN. ¿Ustedes qué opinan?

Leído lo anterior, ni el talento sumado de Saint Laurent, Lagerfeld, Carolina Herrera o Brunello Cucinelli podrían descifrar este nuevo dilema que nos presenta la política mexicana, donde es lo que al parecer está más de moda; y como dirían los clásicos: ¡de la moda lo que te acomoda, y de la política, también!

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