Democracia Eficaz

Reflexiones 1D-4T

El primer resultado exitoso de la nueva administración es la narrativa de que inició un cambio de régimen y un gobierno del pueblo y para el pueblo.

La toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México ha sido el evento político con mayor impacto mediático de la era moderna. Cientos de miles de personas vieron la investidura en pantallas instaladas en la explanada del Zócalo capitalino y del Palacio de Bellas Artes, así como en algunas estaciones del Metro, la avenida 20 de Noviembre y –por primera vez en la historia– en la exresidencia oficial de Los Pinos. Millones de mexicanos también siguieron la transmisión desde sus casas a través de su televisión o de sus celulares. Según Nielsen, el evento tuvo 12.48 por ciento de rating, algo altísimo para un programa político. Una encuesta telefónica publicada por SDP reportó que 70 por ciento de los encuestados dijo sí haber visto el evento.

López Obrador se convierte en el presidente del pueblo. En una ceremonia parecida a una coronación, AMLO se convirtió en el primer presidente en recibir el Bastón de Mando de 68 pueblos indígenas del país. De la misma manera, la apertura de Los Pinos para visitas del público tuvo también un impacto enorme como símbolo de la destrucción del antiguo régimen. Esto mismo ocurrió cuando Lázaro Cárdenas anunció, después de su toma de posesión, que la residencia oficial se mudaría del Castillo de Chapultepec a Los Pinos, para que el público pudiera visitar aquel sitio histórico.

López Obrador va a reinterpretar la historia política del país. En esta nueva visión, el neoliberalismo y la corrupción serán sinónimos y causantes de la desigualdad y la pobreza. La lectura histórica no aguanta un análisis crítico: hay problemas de causalidad, de sesgo e incluso un uso inadecuado de los conceptos. Por ejemplo, la primera crisis del modelo de desarrollo estabilizador, que se tradujo en sendas devaluaciones de la moneda en 1976 y 1982, no fue por el neoliberalismo –que no existía–, sino por el exceso de gasto de gobiernos intervencionistas y estatistas. Fue la época dorada de Pemex que ahora López Obrador añora.

La popularidad de López Obrador subirá en el corto plazo, aunque es probable empiece a descender en algunos meses, según se comporten la economía y la inseguridad. El nuevo presidente buscará blindarse de la crítica mediante la movilización de sus bases: consultas populares, mítines, marchas, uso de símbolos como austeridad y cercanía con el pueblo. Eventualmente podría recurrir a procesos penales por casos de corrupción de alto impacto.

Además de los cambios constitucionales, legales y administrativos que AMLO llevará a cabo en los próximos meses para sentar las bases de su poder político, buscará afianzar su hipermayoría en la Cámara de Diputados para 2021, así como lograr que Morena gane buena parte de las 13 gubernaturas que se disputarán en aquel año. Su estrategia incluye la ampliación de los programas sociales, la creación de estructuras de Morena en todas las entidades, así como una consulta de revocación de mandato que ya anunció, la cual le permitiría realizar su cuarta campaña política nacional de forma concurrente con las campañas de aquel año, y así inyectar capital a los candidatos de Morena.

Esta semana el dictamen de dicha consulta será sometido al Pleno de la Cámara de Diputados. Si el propósito central de una consulta de revocación de mandato es cesar a un funcionario electo antes del término de su mandato, es ilógico que esta pueda ser solicitada por el mismo funcionario, a menos que sea pretexto para hacer campaña política. Si se aprueba dicha cláusula, tendremos en 2021 a un presidente que afectará la equidad de las contiendas, algo que el mismo López Obrador ha denunciado en el pasado.

El primer resultado exitoso de la nueva administración es la narrativa de que inició un cambio de régimen y un gobierno del pueblo y para el pueblo. Existe un ánimo de esperanza y júbilo en amplios segmentos de la población. Independientemente de la falta de claridad y rumbo de su gobierno, la mayor parte de la población cree que desde ahora México camina en la ruta correcta y que López Obrador acabará con la corrupción y los privilegios de las élites.

Es previsible que los logros del nuevo gobierno serán parciales en materia social, de seguridad y de combate a la corrupción. Pueden incluso ser decepcionantes. Pero la luna de miel será larga por el uso efectivo de símbolos que López Obrador ha inaugurado.

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