Fuera de la Caja

Cambio de tipo

Macario Schettino escribe que la depreciación del peso ante el dólar no tiene que ver con López Obrador y la elección en el país, sino que es un asunto global el ajuste de las divisas.

En las últimas semanas el dólar ha subido notoriamente de precio, o visto al revés, se ha depreciado el peso. Puesto que las elecciones están ya muy cerca, y quien encabeza las encuestas nunca ha sido muy querido por los mercados, muchos creen que se trata de una corrida financiera en contra de dicho candidato. Es imposible descartar por completo movimientos de ese tipo, pero me parece que, en lo general, el ajuste del peso no tiene que ver con López Obrador y la elección. Como ha ocurrido desde hace ya tres años, es un asunto global.

En enero el dólar promedió 18.91 pesos. En las primeras dos semanas de junio, 20.43. El ajuste es de 8.0 por ciento. Para comparar: el zloty polaco se ajustó 7.0 por ciento, la rupia india 6.0 por ciento. Entre las monedas más fuertes, el euro se ajustó 4.0 por ciento y el dólar canadiense 5.0 por ciento. Entre las más débiles, el real brasileño lo hizo en 17 por ciento, la lira turca en 22 por ciento y el peso argentino en 36 por ciento. Así que nada extraordinario es lo que ocurre en México.

Sin embargo, si comparamos sólo lo que ocurre en el último mes (primera quincena de junio contra promedio de mayo), al peso le va menos bien. Las monedas fuertes se ajustaron apenas 1.0 por ciento y nosotros 5.0 por ciento. Turquía y Brasil sufrieron un ajuste de 4.0 por ciento y Argentina, que está en un problema mayor, 9.0 por ciento. Pero si comparamos el máximo y el mínimo que se han tenido durante todo el año, nuevamente México no se ve muy separado de los demás. En el mejor momento de este 2018, el 17 de abril, el dólar estuvo a 17.98. En el peor momento, que fue el viernes pasado, 15 de junio, a 20.71. El ajuste es de 15 por ciento.

En ese mismo lapso, el ajuste en Polonia fue de 13 por ciento y en India de 8.0 por ciento. Brasil muestra una depreciación de 24 por ciento, Turquía de 27 por ciento y Argentina de 54 por ciento. En todos los casos, comparando el mejor y peor momento de su moneda, que no necesariamente coinciden en fecha con los nuestros. Nuevamente, las monedas más fuertes muestran un menor ajuste (lo que no debe sorprender, por eso se llaman monedas fuertes): el dólar canadiense pierde 7.0 por ciento y el euro 8.0 por ciento.

Visto con mayor detalle, el comportamiento del peso es interesante. Desde el inicio del año y hasta el 20 de marzo, nos movimos de forma muy parecida al euro. Llevábamos entonces una apreciación del peso de 1.0 por ciento. En ese mismo lapso, Canadá se había depreciado 5.0 por ciento. Justo entonces empezó la idea de que el NAFTA terminaría negociaciones muy pronto, y tanto el peso como el dólar canadiense se movieron juntos: nos apreciamos 4.0 por ciento ambas monedas. Conforme la idea del nuevo NAFTA se fue acabando, las monedas se regresaron. El peso perdió 11 por ciento y el dólar canadiense 6.0 por ciento, de forma que ambas acabamos casi en el mismo lugar, comparando con el inicio del año. El peso perdía 5.6 por ciento y el dólar canadiense 4.4 por ciento. En las dos semanas de junio el peso mostró un ajuste del doble del dólar canadiense: 3.8 contra 1.8 por ciento.

Al revisar todo el periodo, el único momento en el que podríamos pensar que hay un efecto interno, me parece, serían estas dos últimas semanas, y el impacto se reduciría a un par de puntos porcentuales. Es decir, el efecto AMLO, si lo hay, es de 40 centavos. Pero aún esto me parece que no necesariamente responde a nuestro proceso electoral. Recordando un viejo chiste electoral en México, hoy el tipo de cambio no parece reaccionar mucho al cambio de tipo. Hasta ahora, al menos.

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