Fuera de la Caja

Confianza y moderación

Macario Schettino escribe que aunque muchos de los votantes de AMLO consideren que nunca habíamos estado peor, ahora creen que están bien, sin que haya cambiado su situación.

El índice de confianza del consumidor lo mide el INEGI desde inicios de 2001. En aquel entonces, justo cuando iniciaba el primer gobierno que no había salido del PRI, el índice rondaba los 110 puntos, pero con la recesión dot com de ese año y el siguiente, se estableció en cien por el resto del sexenio. Para el inicio del siguiente, otra vez estábamos en 110, pero en 2008, me imagino que por causa de la violencia que empezó a crecer en ese año, nuevamente se redujo el indicador. Ya sumando la crisis de 2009, llegamos a estar en sólo 80 puntos, desde donde la confianza se recuperó lentamente, promediando más bien 90 puntos por todo el sexenio de Peña Nieto.

Los dos movimientos más grandes que ha tenido este indicador han ocurrido por elecciones presidenciales. La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos le tumbó 17 unidades, y nos puso en la medición más baja que se ha registrado: 68.5. El triunfo de López Obrador, en cambio, le dio el mayor impulso en la historia: 15 puntos, y pasamos, en números cerrados, de 90 a 105 unidades. Como ya hemos comentado, el triunfo de AMLO resultó una gran noticia para dos terceras partes de la población. No tanto como para llegar al nivel que teníamos al inicio del siglo, pero nada mal.

Sin embargo, en los meses siguientes el indicador se ha ido moderando, y eso tampoco es mala noticia. Expectativas demasiado elevadas pueden ser muy complicadas para el nuevo gobierno. Es curioso que las personas, cuando están contentas, evalúan de manera diferente no sólo su futuro, sino incluso su situación presente. En la pregunta que se hace para comparar la situación actual con la del año anterior, por ejemplo, hubo una mejora de 15 puntos entre junio y julio, y sigue más o menos igual. Es decir que aunque muchos de los votantes de AMLO consideren que nunca habíamos estado peor, ahora consideran que están bien, sin que haya cambiado su situación. La fuerza de la percepción.

En cuanto a la situación del país, comparando con el año pasado, la mejoría fue de 12 puntos (pasó de 80 a 92) entre junio y julio, y de ahí ha bajado a 90 puntos. Es decir, la economía del país está mejor simplemente por el resultado electoral.

Pero las expectativas siguieron un comportamiento similar: las del hogar pasaron de 97 a 109 puntos, y ahora están en 108. Las del país entero, de 90 a 121 (31 puntos de golpe), y ya han bajado a 115 (siguen siendo 25 puntos de diferencia).

Esto es lo que creo que puede ser un problema serio. Los mexicanos sí creyeron que el triunfo de AMLO se reflejará en una mejora significativa de la economía nacional, en un año. Cuando revisamos las encuestas poselectorales veíamos que tres de cada cinco creían que en menos de un año se resolverían los problemas políticos, económicos y de seguridad del país. Ahora que ya han pasado tres meses de la elección, parece que se van moderando un poco las expectativas, pero esos 25 puntos siguen siendo una enormidad.

Aunque no tenemos un problema económico relevante en puerta, y el fin de las negociaciones comerciales elimina un foco de incertidumbre, tampoco hay razón alguna para esperar un desempeño espectacular de la economía mexicana en 2019. Como usted sabe, estamos ya en ruta al alza en las tasas de interés (en Estados Unidos, y acá), y el petróleo se vende caro por razones políticas. Si además le sumamos la guerra comercial de Trump (aunque en nuestro caso la hayamos librado), el mundo entero no tendrá un año maravilloso. Nosotros, tampoco. Moderar expectativas es buena idea.

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