Fuera de la Caja

La pesadilla

Se publicaron los datos de finanzas públicas al mes de mayo, y los ingresos presupuestales del gobierno están 23 por ciento debajo del año anterior.

Sigo convencido de que López Obrador imaginaba encontrar arcas enteras de dinero en el gobierno federal, y sobre todo en Pemex. Como el Rico McPato de los cuentos de hace décadas, pensaba que había una gran bóveda en la cual podría echarse clavados y nadar entre billetes y monedas, centenarios y bonos, con los cuales podría financiar amplios 'programas sociales' para comprar votos durante muchos años.

Por eso, creo, nombró a Octavio Romero en Pemex, que no entiende nada de petróleo, pero es la persona en quien más confianza tenía en cuestión de dineros. Por eso acabó perdiendo la fe en Carlos Urzúa, y en todo su equipo (aunque los tenga ahí de adorno), y concentró su cariño en Raquel Buenrostro, que le ha seguido prometiendo, como decían antes, el oro y el moro.

Nunca hubo tales cantidades de dinero. Ni en el gobierno federal ni en Pemex. Cualquiera que ha leído un poco de finanzas públicas sabe que México ha sido uno de los países con menor recaudación en el mundo desde mediados de los años sesenta, y que sólo con la reforma fiscal de 2013 logramos romper la barrera del 10 por ciento del PIB de recaudación. Tres veces menos que otros países latinoamericanos, cuatro veces menos que los desarrollados. Y Pemex, bueno, nunca fue una gran empresa. Se encontraron Cantarell, el segundo manto más grande del mundo, y vivieron de él por treinta años, pero todo se acaba.

Ya en 2019 no alcanzó el dinero. Tuvieron que tomar recursos del fondo creado para recesiones, que le entregaron a Pemex casi por completo. Dejaron de comprar medicamentos, que hoy siguen sin aparecer. Redujeron salarios, quitaron prestaciones, corrieron personal calificado, y convirtieron el gobierno mexicano en sucursal del municipal de Tingüindín. Ahora nada funciona.

Pero la pesadilla acaba de empezar. Se publicaron los datos de finanzas públicas al mes de mayo, y los ingresos presupuestales del gobierno están 23 por ciento debajo del año anterior. La caída en ingresos petroleros es de -65 por ciento. Para los primeros cinco meses del año, los ingresos petroleros caen -45 por ciento. Lo más serio es que esta caída no es sólo producto de la variación en precios, sino de una producción que ya no creció como habían prometido, sino que muy probablemente cerrará este año por debajo de lo producido en 2019. Me atrevo a pronosticar que los ingresos petroleros de este año serán de 400 mil millones de pesos, frente a casi un billón que habían estimado en Hacienda. En este renglón les faltarán 600 mil millones de pesos.

Por el lado de los impuestos, en el periodo enero-mayo todavía hay saldo positivo contra 2019, pero ya por muy poco. El IVA en mayo tuvo una caída espectacular, que refleja lo vendido en abril. Para junio, es de esperar una contracción similar en este impuesto, y en el ISR, y de ahí en adelante una recuperación que no parece que sea espectacular. Creo que la recaudación cerrará en 3.2 billones, frente 3.5 que habían presupuestado. Es decir, en esto les faltarán 300 mil millones.

Parte de los 900 mil millones que les faltan se cubrirán con el saqueo de fideicomisos que ya nos anunciaron hace varias semanas, y con lo que puedan conseguir, pero mi impresión es que les seguirán faltando 650 mil millones de pesos para llegar a lo que esperaban. Los gastos también se reducen un poco, porque habrá menos recaudación participable, entre otras cosas. Pero es un faltante muy severo.

Esto debió enfrentarse con endeudamiento desde abril, para evitar el derrumbe económico y para mantener el funcionamiento de la administración pública. No hicieron nada. Ahora, no queda sino el derrumbe. La pesadilla.

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