Fuera de la Caja

Problemas a resolver

La mayor parte de la solución a los problemas de inseguridad y corrupción pasan por eliminar la impunidad, es decir, por castigar a quien no cumple las reglas.

En los casi 70 días que quedan por decidir por quién votar, necesitamos empezar a discutir cómo resolver los problemas que enfrenta el país. En parte, para escoger a quienes creemos que pueden hacerlo mejor, pero también porque esos problemas no son cosa menor, y se requieren todas las ideas posibles para enfrentarlos.

Empiezo por los que, creo, todos interpretamos como los más importantes: violencia y corrupción. Aunque podamos estar de acuerdo en que esos son los problemas, conforme los definimos mejor, los desglosamos, los analizamos, el consenso desaparece rápidamente.

Por ejemplo, en opinión de esta columna, tanto la inseguridad (violencia) como la corrupción son resultado de la impunidad, es decir, de la falta de castigo a quien rompe las reglas. No todos coinciden con ello. Algunos suponen que la inseguridad es resultado de la desigualdad económica, y la corrupción de la falta de un ejemplo moral en la cúspide de la pirámide del poder. Quienes tienen este diagnóstico concluyen que lo mejor que puede pasar es que gane AMLO, porque él será ese ejemplo moral, y tendrá políticas que reducirán la desigualdad, y por tanto la violencia. Creo que en ambos casos se equivocan, aunque sin duda tienen algo de razón (si no tuvieran aunque sea un poco de razón, los argumentos serían manifiestamente absurdos).

No cabe duda de que el ejemplo que dan los líderes es muy importante, y si quien está en la cúspide es, o parece, corrupto, será dificilísimo lograr que todos los demás actúen con razonable decencia. También es claro que si decenas de miles de jóvenes viven en situación de pobreza, con un sistema educativo diseñado para el fracaso, el crimen organizado tiene un inmenso espacio de crecimiento. Pero no creo que la causa principal de corrupción e inseguridad sea la moralidad y la pobreza. Entiendo que a quienes han sido educados en la moralidad cristiana les suene creíble, claro.

Aceptando que necesitamos honorabilidad en los liderazgos, y mejores perspectivas para los jóvenes, sigo pensando que la mayor parte de la solución a los problemas de inseguridad y corrupción pasan por eliminar la impunidad, es decir, por castigar a quien no cumple las reglas. Para poder hacerlo al interior de los gobiernos, y en su relación con empresas, me parece que la mejor solución que tenemos hoy es la separación de la procuración de justicia del poder político, es decir, la fiscalía independiente. Ya hemos avanzado bastante en la definición de ese nuevo sistema, y ahora hay que empezar a aplicarlo.

En cuanto a la inseguridad, abundan las propuestas. Yo tengo un sesgo a favor de las que promueve Alejandro Hope, hoy asesor de Margarita Zavala. Varias de las ideas que ha sugerido son muy atendibles. Sin embargo, nada servirá si no reconocemos que debemos multiplicar los recursos destinados a este tema. Hoy, en México gastamos en Seguridad, Justicia y Defensa el equivalente a 1.4 por ciento del PIB. Es, casi seguramente, la menor cantidad que destina un gobierno en todos los países que usted conoce por nombre. El promedio de gasto en la Unión Europea es de casi 4.0 por ciento del PIB. En Colombia y Estados Unidos asciende a 6.0 por ciento. Me parece trágico que llevemos 10 años sufriendo una espiral creciente de violencia y sigamos siendo el país que menos dinero destina a impedirlo.

Estos dos problemas deben enfrentarse de inmediato, incluso antes de que quien gane la presidencia tome posesión: terminar el cambio institucional hacia la procuración independiente de justicia, recuperar la Secretaría de Seguridad, la producción centralizada de policía de alto nivel, y multiplicar al menos al doble el gasto en seguridad, justicia y defensa. De entrada.

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