Retrato Hablado

“Estaba claro, la clase política iba por el botín de la reconstrucción”: Carlos Brito

Carlos Brito no da crédito de algunos personajes que se apuntaron para la presidencia municipal de Jojutla, pero está claro que van tras el botín de la reconstrucción por el terremoto.

Carlos Brito nació en el IMSS de Zacatepec, como seis de cada diez personas de Jojutla, un pueblito de 57 mil habitantes a 45 kilómetros de Cuernavaca, que fue devastado por el temblor del 19 de septiembre.

La de Carlos Brito fue la infancia típica en una población como esa: "Nos asustaban los perros con rabia y los robachicos. Mi mamá no nos compraba fruta porque había suficiente en los árboles, y por eso me dan miedo las guayabas y los mangos: a cada rato nos salían gusanos".

Sus padres son locatarios del mercado municipal, donde venden carnitas y barbacoa. Pasaban mucho tiempo de casa, por lo que Carlos, el mayor, tenía que cuidar a sus tres hermanas. Ellos, como casi todos en Jojutla, estudiaron en la Margarita Maza y en la Benito Juárez. Esta última fue una de las escuelas demolidas tras el terremoto. La despidieron con banda y un desfile.

Él sostiene que fue muy mal estudiante, pero más bien suena a que tenía problemas con la autoridad. En la prepa, sus papás lo obligaron a cambiarse al Tec de Monterrey, Campus Cuernavaca. Brito escogió Ciencia Política, pero no la estaba pasando bien. Se dio de baja justo a la mitad de la carrera y volvió a Jojutla, donde podía respirar. Al cabo de unos meses se matriculó en la licenciatura de Medios de Información, pero pronto le quedó claro que tampoco quería ser periodista. "Tuve malos maestros de matemáticas, pero yo en realidad no era malo. Me di cuenta de que me hubiera gustado estudiar física o biología, y la manera en que moví ese impulso fue proponiéndome hacer periodismo científico o divulgación".

Así que se buscó programas de política científica, comunicación, divulgación y popularización de la ciencia y encontró un programa doctoral en Desarrollo Científico y Tecnológico para la Sociedad en el Politécnico, pero lo abandonó después de la muerte de Arturo Beltrán Leyva, en 2010. "El asesinato de Beltrán provocó un incendio en Morelos. Se destruyó la vida nocturna, la vida social, se vendían un montón de casas y hubo mucha gente asesinada, otra que se fue a Estados Unidos o que simplemente huyó de ahí".

En una inmediata ola de secuestros, una de sus hermanas, que llevaba en brazos a su hija de un año, fue levantada. Los secuestradores entraron hasta su recámara, golpearon violentamente a su cuñado y dejaron al bebé tirado. "Eran chavos de 18 o 19 años, normalistas muy pobres, al parecer reclutados por el Cártel Jalisco Nueva Generación. Eso me cimbró, creó mi propia visión sobre la violencia y la política de seguridad, y a partir de ese momento me comprometí a mejorar las cosas aquí".

Como era evidente, Brito se involucró en movimientos estudiantiles y en 2012 se convirtió en una de las voces más públicas y articuladas del #YoSoy132. Inmerso en el tema de la libertad de expresión y muy activo en el periodo electoral, convocó a la marcha anti-EPN, que fue juzgada duramente por sus detractores por un supuesto carácter negativo y antidemocrático. Después de unas semanas con un papel de moderador entre los jóvenes que pertenecían al movimiento, Brito se transformó en un personaje mediático, y después de ello comenzó a trabajar en un borrador que aspiraba a ser una reforma en telecomunicaciones. "Entre esos puntos hubo algunos que (Jesús) Zambrano y (Gustavo) Madero tomaron para su negociación en el Pacto por México, que entre otras cosas condujo a la reforma en telecomunicaciones. Once peticiones nuestras están incluidas en la reforma constitucional".

En 2014, Brito terminó de formarse como defensor de derechos humanos. Se configuró R3D, una organización de la sociedad civil para la defensa de derechos digitales, fondeada en un principio con microbecas de Electronic Frontier Foundation, Fundación Ford y Google, entre otros. R3D litigó a favor de radios comunitarias y productores independientes, y ganó varios juicios tanto a la iniciativa privada como a Presidencia de la República, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, el Congreso de la Unión y a algunos tribunales especializados.

El sismo del año pasado dejó inutilizable la oficina y también la casa de Brito. En el campus Ciudad de México del Tec de Monterrey, donde estudió la licenciatura, murieron cinco jóvenes. El plantel sufrió daños mayores de lo que se quiso reconocer. Jojutla quedó devastado. No había más ruta que la que se le impuso. "Fue como si hubiera caído una bomba en Jojutla". Como la Ciudad de México en 1985, cuadras enteras desaparecieron. El pueblito retrocedió cinco décadas en infraestructura. "Y luego estaba la clase política morelense, que se pinta sola. No daba crédito de los personajes que se estaban apuntando para la presidencia municipal, pero era claro que iban tras el botín: habría dinero para la reconstrucción".

Después del "abandono mediático, narrativo, institucional y humanitario que sufrió Jojutla, decidí que nadie iba a venir a arreglarnos esto, que nos tocaba rascarnos con nuestras propias uñas".

Brito dejó su clase en la UNAM, desistió de continuar con el doctorado y dejó también R3D y sus agendas y otras al margen de las telecomunicaciones, como Procuración de Justicia y una Fiscalía que Sirva.

Con un grupo de jóvenes, armó ReSurge, la plataforma de su candidatura independiente por la alcaldía de Jojutla. Brito, ajeno a la clase política del estado, empezó con un handicap.

-¿Te ven como un fuereño?

-Hasta cierto punto, pero en mi planilla todas son personas con arraigo. Eso compensa, y de sobra. A mediados de mayo arranca su campaña.

"Si llevaba años discutiendo sobre política espectral, neutralidad en la red, telecomunicaciones, debido proceso, acceso a justicia, derecho a la salud, política hacendaria, ni modo que no lo luchara por mi tierra".

Brito es David frente al graquismo. Y no es excesivo.

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