Gestión de Negocios

3 tips para fortalecer la consistencia de tu equipo

En un mundo que obliga al cambio continuo y celebra la flexibilidad, es fácil subestimar el valor de la consistencia, opina Mauricio Candiani.

En un mundo que obliga al cambio continuo y celebra la flexibilidad, es fácil subestimar el valor de la consistencia.

En las empresas, la consistencia es un componente esencial en las definiciones estratégicas de un plan de negocios. Es un elemento clave en cualquier plan comercial. Es un aspecto vital para construir capacidad de repetición procesal y es un valor a cuidar en los registros contables.

En su definición más simple, consistencia es la cualidad de lo que es estable, coherente y que no desaparece fácilmente. No es sinónimo de rigidez, pero es una virtud que hace que un individuo tienda continua y persistentemente a alinear sus intenciones y sus capacidades con algo previamente planeado o establecido.

¿Cómo fortalecer la consistencia en nuestro equipo más cercano y en el resto de una organización? Aquí tres tips que ayudan hasta al más desalineado:

1) Termina lo que empezaste.- Así de simple y así de complejo. Desde microactividades diarias (hacer un registro completo en el CRM), hasta procesos que requieren continuidad de esfuerzo en múltiples días o meses (prospectar proactivamente en una nueva industria).

No hay cosa que haga más daño a quien aspira a ser consistente y que mine más a una organización, que abrir tareas o proyectos que se van interrumpiendo o dejando inconclusos con el iluso y normalmente infundado argumento de que se terminarán después.

2) Dale valor y contenido a tus palabras.- Que el sí sea sí y el no sea no. Que los 20 minutos sean eso, no una unidad de tiempo variable con elasticidad infinita. Que el mañana sea, en efecto, al día siguiente, no un plazo indefinido de resolución incierta.

Pocas cosas son tan valiosas como la consistencia de palabra de un director o ejecutivo. Tiene su complejidad hacer que ocurra lo que se dice u ofrece. Cierto, hay ocasiones en que resulte materialmente imposible, pero nunca hay que olvidar que el No tiene valor cuando tu Sí es garantía de cumplimiento.

3) Ten congruencia intencional.- En otras palabras, no digas una cosa y hagas otra. Asegúrate que cada unidad de energía dedicada a la normalmente larga lista de tareas en nuestro haber, esté el línea con los propósitos empresariales y personales que han sido previamente definidos.

Dicen los que saben, que tratándose de intencionalidad no hay ideas buenas o malas, hay ideas alineadas e ideas desalineadas.

Ser consistente no te hace inmune a las variaciones. En el día a día pueden presentarse hechos supervinientes que hagan necesarias acciones temporalmente fuera de curso. Restricciones o externalidades que produzcan una deriva. Pero el que cuida la consistencia como un valor a preservar en la empresa, en la familia y en la vida misma, se asegura de ajustar lo necesario para retornar a esa línea, a esa ruta o a ese propósito que le da sentido estratégico a su actuar institucional y personal.

Y es que si bien en el quehacer empresarial siempre hay que estar abierto a lo nuevo, a la tendencia y a la evolución misma, la consistencia de esfuerzo (y de muchas cosas más) sigue y seguirá siendo un valor en la empresa a preservar.

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