Mauricio Jalife

Franquicias; la vieja tentación

El columnista escribe sobre el 'Plan Nacional de Franquicias', vigente en el sexenio de Calderón.

Existen herramientas y modelos comerciales que surgen de tiempo en tiempo que, cuando crecen y se asimilan, suelen ser invocados como solución flexible para múltiples dolencias de males diversos. En el proceso de configurarlos para aplicarse a ámbitos ampliados, casi siempre convocan a entidades de gobierno que buscan su apropiación a través de planes y programas oficiales. En el proceso, regularmente, los modelos se desnaturalizan y los resultados son escasos.

Esto podría explicar bien lo sucedido con el llamado "Plan Nacional de Franquicias", vigente en el sexenio de Calderón, y que hoy vuelve a sonar como una opción para la administración que viene. Este plan tuvo como pretensión básica el desarrollo de múltiples modelos de franquicia de empresas exitosas, para ponerlos al alcance de nuevos emprendedores. Para facilitar este gran objetivo, se idearon mecanismos para financiar a fondo perdido los pagos a los consultores desarrolladores de franquicias, así como para otorgar préstamos "blandos" a los compradores de franquicias.

Las estimaciones de la Secretaría de Economía especulaban con crear un millón de empleos en ese periodo. Según el Programa, se crearon al amparo del mismo 800 nuevas ofertas de franquicia, que debían impulsar el sector y crear los nuevos empleos que anunciaban. De ese número de "nuevos desarrollos", según el levantamiento que es posible realizar a partir de los escasos datos que la Secretaría de Economía reporta, no hay siquiera un 5%, esto es, 40 franquicias del Programa operando como tales.

No poseo información para realizar acusaciones sobre el manejo de los fondos que "pasaron" por el programa, pero lo que si tenemos es evidencia dura de sus pésimos resultados, al forzar las bisagras de un negocio que tiene que funcionar bajo las bases simples de las fuerzas del mercado. Ni se puede incrementar artificialmente la demanda por franquicias, ni se puede llevar a empresas inmaduras o que carecen de la vocación de franquiciar a convertirse en franquicias.

También quienes invirtieron en una de esas franquicias mal desarrolladas perdieron su dinero y su tiempo y el sector volvió a sufrir serios desprestigios, similares a los de mediados de los años 90, cuando la llamada "burbuja de las franquicias" generó litigios interminables con fallidas franquicias del extranjero que vinieron de manera especulativa al país con muy pobres propuestas.

Esas malas decisiones distorsionaron un sector que en México había venido creciendo de manera sana, y que por los subsidios y fuerzas ocultas de un programa de este tipo sufrió una alteración artificial que ha afectado su consolidación. Muchas empresas que tendrían la vocación y estructura para franquiciar, hoy siguen esperando a que "una autoridad" les pague el desarrollo de la franquicia. Los propios consultores, proactivos y eficientes en el pasado, han sufrido las consecuencias de una política asistencialista.

Este tipo de formato, que con el canto de las sirenas atrajo a un gobierno de corte neoliberal a pretender administrar un mercado que de manera libre operaba con resultados positivos, está ya generando magnetismos peligrosos que podrían trastocar lo que se ha recuperado desde entonces. Ojalá la historia, muy reciente por cierto, sirva de algo.

Correo: mjalife@jcip.mx

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