Mauricio Jalife

México, muy rezagado en el Índice Global de Innovación

Mauricio Jalife señala que, de entre los 126 países analizados, el nuestro avanzó dos lugares y se colocó en el 56, aunque regionalmente detrás de Chile (47) y Costa Rica (54).

La salida de Estados Unidos de los primeros cinco lugares es el primer dato que llama la atención en el reporte anual del Índice Global de Innovación que publican Cornell y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), que es el documento más importante para definir las tendencias y el crecimiento mundiales vinculados a la innovación en los diversos países y regiones. En el estudio de este año, la lista la vuelve a encabezar Suiza, seguida de Holanda y Suecia; los lugares cuatro y cinco corresponden al Reino Unido y Singapur. Otro dato interesante es que, por primera vez, la República de Corea (10) aparece en una mejor posición que Japón (11). Esta es la edición número 11 del estudio, y en la década que tiene de existir se ha convertido en el diagnóstico mejor documentado para la toma de decisiones en materia de creación de política pública e inversión privada destinada a I+D.

Uno de los enfoques más importantes del estudio consiste en revelar los conductores que pueden permitir romper los círculos que han llevado, en nuestros países, a desequilibrios sociales que inhiben el acceso de amplios sectores de la población a niveles mínimos de nutrición, educación y servicios médicos. Ese enorme reto se constituye como uno de los factores esenciales en la concepción de un mejor planeta, con cadenas de producción y distribución sostenibles y respetuosos del medio ambiente, y aprovechamiento de energías renovables. En ese contexto, la única apuesta que permite mirar al futuro confiadamente es precisamente la 'innovación'.

La parte de este esfuerzo analítico que más interesa a la OMPI son las conclusiones sobre la forma en la que figuras como patentes, marcas de certificación, protección de nuevas variedades vegetales e indicaciones geográficas inciden en los ecosistemas de innovación. Para sorpresa de todos, ha resultado que las nuevas formas de protección están creciendo en su impacto frente a las formas tradicionales. Algunas de las conclusiones más interesantes del estudio es que, después de algunos años de cierta pausa en los indicadores, parece que el mundo está entrando en una fase de velocidad sostenida en innovación, basada en nuevas fuentes de creatividad impulsadas por políticas públicas rediseñadas, e inversión de riesgo. La expectativa es que las inversiones en I+D crezcan en la siguiente década, al menos al doble de lo que lo hizo en la previa.

Entre los 126 países analizados, nuestro país avanzó dos lugares para llegar a la posición 56, aunque regionalmente detrás de Chile (47) y de Costa Rica (54). Se debe recordar que el índice no se basa propiamente en productividad, sino que ponderan una serie de criterios orientados a los diversos factores para la generación de nuevas tecnologías, así como la productividad asociada a los ecosistemas de innovación impulsados en cada territorio. No es esta una buena noticia, considerando el tamaño de la economía mexicana y su potencial innovador. Lamentablemente, este indicador acusa lo que han sido años y años de abandono de los apoyos prometidos a la ciencia y la tecnología. De los 3 y 4 por ciento del PIB que otros países destinan a estas tareas, el medio porcentual de nuestro país luce francamente insuficiente.

Si bien es cierto que en el Proyecto de Nación presentado por López Obrador no se privilegia la inversión en ciencia y tecnología, hay aún tiempo de ajustar si se entiende el efecto virtuoso de la innovación, que produce resultados positivos, inclusive, cuando parece haber fallado.

COLUMNAS ANTERIORES

Caminos encontrados en el Día Mundial de la Propiedad Intelectual
Resuelve Corte primer amparo de etiquetado

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.