Mauricio Jalife

Nuevas herramientas con marcas de certificación

Mauricio Jalife analiza los beneficios de la iniciativa de reforma a la Ley de la Propiedad Industrial.

Una de las carencias que desde su promulgación manifestó la Ley de la Propiedad Industrial cuando fue promulgada en 1991, fue la regulación de las denominadas "marcas de certificación", que en la última década han incrementado su función y presencia en los circuitos comerciales en el mundo.

A través de una "marca de certificación" se logra avalar la observancia, por parte de sus usuarios, de los niveles de calidad y estándares que el signo distintivo promueve y garantiza. Para poder usar una determinada "marca de certificación", el interesado debe acreditar, ante la asociación, institución o entidad que la administra, que se cumplen los requisitos y condiciones definidos como mínimos para aspirar a emplearla.

Las marcas de certificación están siendo una alternativa muy eficiente para, por ejemplo, identificar el origen y la calidad de determinados grupos de fabricantes que, a través del uso de un signo común, no sólo forman un vínculo de colaboración gremial entre ellos, sino que permiten a los consumidores tener certeza sobre la calidad y el origen de cierto grupo de productos o servicios.

Por estos motivos, la inclusión de esta figura en la iniciativa de reforma a la Ley de la Propiedad Industrial, que se espera vea la luz en breve, es una buena noticia. Algunos de los primeros beneficiarios serán las organizaciones ambientalistas, que han encontrado en los sellos de certificación que este mecanismo les provee, un recurso muy valioso para respaldar determinadas prácticas orientadas a acreditar estándares de reciclado, uso de materiales seguros, procesos no contaminantes y otros similares.

La problemática que nuestra industria atunera padeció por años de incumplimiento con la marca de certificación "Dolphin safe", da buena cuenta del tipo de usos que estas marcas permiten. Ante la imposibilidad de acreditar prácticas de captura del atún libre de delfines, la ONG titular de la marca impedía su aplicación a nuestros productos, cerrándoles el acceso a las principales cadenas de autoservicio en Estados Unidos.

Otra de las utilidades inmediatas de las marcas de certificación es la de su empleo como primer escalón de las Indicaciones geográficas, que es otra reciente novedad de nuestra ley. Numerosos fabricantes de productos típicos en nuestro país, que apenas empiezan a vislumbrar las ventajas de contar con Denominaciones de origen o Indicaciones geográficas, podrán optar de manera inmediata por registrar sus nombres como marcas de certificación, a fin de consolidar el grupo de beneficiarios, definir los procesos y estándares de calidad, e iniciar la necesaria construcción de pertenencia que estos procesos requieren.

En el proceso de perfeccionamiento de nuestros mecanismos de mercado, no podemos caer en la tentación de eludir la adopción de las formas y prácticas que representan mejores niveles de desempeño. Las marcas de certificación son necesarias para que las empresas mexicanas ataquen nuevos estándares de calidad en base a la autorregulación y el compromiso, y al mismo tiempo, que se expanda confiablemente nuestra cultura de consumo.

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