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El queso y el hueso de la Transformación

El presidente electo y su movimiento político han agraviado y despreciado a la cultura mexicana al “repartir el queso” de tan importante aparato público al Partido Encuentro Social, afirma Mauricio Mejía.

Para Luis Echeverría, los peligros inmediatos de estabilidad del sistema venían de la cultura inquieta, no de tales o cuales generales inquietos. Pero aplicó el sistema tradicional: no hay cultura que resista cañonazos Nde queso. Y así fue: los cañonazos acabaron con la cultura. Había que repartir el queso políticamente, pero con programas, sistemas y procedimientos que parecieran institucionales y revolucionarios. El resultado fue la cultura del rollo: las personas que en verdad trabajaban quedaron anuladas por la multitud que llegó tras el queso. Una multitud que requería administración y mucha administración, sindicatos, trámites y todo lo que desde entonces sofoca el trabajo serio.

Así de contundente, de presente y de profético el penúltimo párrafo de Echeverría y la cultura, del siempre fresco e iluminador Gabriel Zaid. Y el último: "Favorecer la cultura del rollo superó los métodos de Porfirio Díaz. El nuevo sistema echaba huesos y permitía ladrar al mismo tiempo, sobre todo a la luna...".

En donde Zaid dice programas institucionales y revolucionarios, habrá que añadir transformadores, para que el texto sea oportuno. El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y su movimiento político han agraviado y despreciado a la cultura mexicana al "repartir el queso" de tan importante aparato público al Partido Encuentro Social, la más fundamentalista de las corrientes políticas de México. Evangélico, cercano al fascismo e intolerante, el llamado PES presidirá la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados.

Triste aviso de lo que viene. En los últimos tres sexenios la oferta cultural para los mexicanos creció a nieveles insospechados. El mensaje que manda López Obrador es de terror: el consevadurismo, el puritanismo y el aldeanismo tendrán mucho "hueso que roer" en la administración pública que comienza el 1 de diciembre. López Obrador ha caído en el mismo discurso de Luis Echeverría: poner por encima de la cultura inquieta (nunca tanto y nunca tan universal) a la del rollo. Simplona manera de llevar a la discusión legislativa una inustria que ha crecido muchísimo en referencia al Producto Interno Bruto del país. Y lo ha hecho porque habita en lo que Popper llamaba una sociedad abierta. Abierta al mundo, a las diferencias, a la libertad de expresión y a la libertad artística.

Después de 70 años de censura, los mexicanos exigieron acontecimientos culturales plurales en los que pudieran darse cita las más variadas formas de vocación creadora: contra la autoridad, contra la cerrazón, contra el machismo, contra el dominio heterosexual, contra la opresión y contra la violencia. El reparto del hueso y el queso en el PES pone en peligro el avance cultural de México, que parece volver a la Danza del Venado, al molcajete y a la China Poblana.

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