Viene la Liga MX, una más, una que debería ser diferente. ¿Por qué? Recordemos que este será el primero de dos años en los que los equipos del máximo circuito no perderán la categoría aunque terminen en el último lugar de la tabla de cocientes... ya sabe, las maravillosas particularidades de nuestro campeonato.
Total que los dueños no serán castigados donde más les duele, que si bien el último puesto deberá pagar 120 millones de pesos, nada se compara con la pérdida económica de un descenso.
Esto debería obligar moralmente a los equipos del futbol mexicano a entregar un mejor producto a la gente, uno más atractivo, más vistoso, más robusto desde el punto de vista deportivo.
No descender debería impulsar un futbol más ambicioso, en el que la motivación de ganar sea mucho mayor al temor de perder. Uno donde los planteamientos medrosos y mezquinos sean excepción.
Debería traer consigo, también, un mayor impulso a los jugadores jóvenes que buscan un sitio en el primer equipo, más espacios para las divisiones inferiores.
Los mismos directivos deben tomar esto como una oportunidad para aprender más allá de los resultados; es decir, el tiempo da la alternativa para ser más analítico y por ende incrementar la cuota de paciencia en la toma de decisiones; esto a su vez traería en un futbol más estable e inteligente.
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“Debería traer consigo, también, un mayor impulso a los jugadores jóvenes que buscan un sitio en el primer equipo, más espacios para las divisiones inferiores”.
No tener descenso podría ser una buena alternativa si todos los equipos aprovechan las bondades que esto ofrece, aunque claro está que no perder la categoría puede dar como resultado el otro extremo, y ese es un futbol que promueva la mediocridad.
Se trata de encontrarle salidas benéficas a una decisión que parece no tener fundamentos deportivos.
De salida les digo que la no permanencia de Juan Carlos Osorio es un buen inicio para lo que viene en términos de Selección Mexicana.