He Dicho

La medalla que se hizo adulta

Miguel Gurwitz escribe sobre Soraya Jiménez, quien obtuvo en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, la primera de medalla de oro conquistada por una mujer mexicana.

Aún recuerdo la sensación de aquella mañana del 18 de septiembre del 2000. Desperté y prendí la televisión, me encontré con una narración que aún me estremece: eran Jorge Pietrasanta y José Segarra (Pepillo para los cuates) poniéndole voz a una nueva y dorada historia del olimpismo mexicano.

Era la primera de medalla de oro conquistada por una mujer mexicana.

Soraya Jiménez se presentó en el escenario con la misión de levantar 127.5 kilogramos y reservar así un lugar especial en el Olimpo. Y lo hizo, pero en sus hombros no descansaba una barra de metal, sino la esperanza de todo un pueblo que muy pocas historias tenía que contar, si acaso la plata de María del Pilar Roldán conseguida en esgrima en México 68 y el bronce de María Teresa Ramírez en los 800 metros libres de natación; de ahí en fuera, más anécdotas que conquistas. Y lo hizo, Soraya Jiménez levantó un país entero, como muchas mujeres lo hacen a diario en nuestro país.

Soraya Jiménez cambió muchas cosas en el deporte mexicano, desde cómo concebimos a las mujeres deportistas en nuestro país, hasta el impulso que generó aquella mañana del otro lado del mundo; digamos que fue el primer paso de una inspiradora y vigente racha de éxitos del deporte femenil, ya que después de la conquista de Sídney, han sido 13 las mujeres que han subido al podio y sin dejar una sola edición de Juegos Olímpicos en blanco.

Tan sorpresiva y llena de lágrimas la medalla de aquel 18 de septiembre como dolorosa y sorpresiva su muerte 13 años después con apenas 35 años de edad.

Valga el espacio para un recuerdo almacenado en un sitio muy especial en la memoria del deporte mexicano.

Dieciocho años ya de esa medalla...

Se hizo adulta.

Hasta arriba, donde hoy estás, te seguimos dando las gracias, querida Soraya.

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