La Fiesta Está Viva

'La vida no vale nada'

La tauromaquia ha mantenido el esfuerzo de difusión para que todos los mexicanos la conozcan, entiendan, disfruten y respeten, escribe Rafael Cué.

La mexicanidad es un término difícil de explicar en un párrafo. La mexicanidad se siente, llega de pronto una emoción inexplicable, sentimiento intenso y profundo que otras civilizaciones nos envidian, nuestra manera de ver y sentir la vida. Lamentablemente hay quienes con falsa idea progresista y posmoderna, quieren inhibir la mexicanidad oprimiendo tradiciones y cultura centenaria. Somos lo que somos y negarlos es la más ruin de las traiciones a la patria. Ojo con esto, estamos a tiempo de revertir esta cobarde inercia de traición.

¿A qué voy con esto? México ha perdido la mexicanidad en el futbol, haber permitido que se adoptasen formas sudamericanas en la tribuna y hasta en la forma de hablar de técnicos y jugadores, ha provocado una pérdida de identidad y ha llevado a este gremio a terminar a balazos y riñas lamentables como sucedió en Celaya este fin de semana.

En cambio, la tauromaquia mantiene un esfuerzo de lucha no solo por defender nuestros derechos constitucionales, sino de difusión para que todos los mexicanos la conozcan, entiendan, disfruten y respeten.

El sábado pasado en la plaza de toros Antonio Velázquez del restaurante Arroyo, al Sur de la Ciudad de México, gozamos de la mexicanidad en toda su expresión. Ha sido una experiencia que no olvidaremos nunca. A mis 50 años de edad y con más de 40 como aficionado he presenciado miles de festejos taurinos de todo tipo. En la plaza y en el campo, pero hace unos días se logró conjuntar absolutamente todo, ha sido un verdadero placer sensorial.

Vayamos por partes. Se llevó a cabo una novillada con dos de los principales novilleros de nuestra baraja, Francisco Martínez, de Guanajuato, mano a mano con Héctor Gutiérrez, de Aguascalientes, ante cuatro novillos zacatecanos de Pozo Hondo. Taurinamente hablando la cosa se dio muy bien. Los cuatro novillos fueron aptos para el lucimiento, todos con distintos matices de comportamiento, dándole variedad al espectáculo, impecable presencia y llevando la emoción al toreo por distintas vías. La alegría de embestir, la clase, la bravura con motor y la emotividad. Esto permitió que dos toreros pudieran expresarse y aflorara su sentir a la hora de ejecutar el toreo.

Francisco Martínez tiene gran valor para estar en la cara de los toros, expone y siempre va para adelante, comunica y conecta de inmediato con el público su alegría por estar en el ruedo. Torea largo y muy sentido, además se pasa los novillos muy cerca. Cortó una oreja a cada novillo, mostrando sus avances como torero y respondiendo al apoyo que ha recibido. Uno de los momentos más emotivos del sábado es cuando Francisco aprovechó la presencia de dos toreros guanajuatenses, de dinastía, que presenciaban desde el tendido la novillada. Los Silveti, Alejandro y Diego, a quienes brindó un novillo a cada uno. Al son de Camino de Guanajuato, de otro mexicano ilustre, José Alfredo Jiménez, la emoción abrazó a los ahí presentes tatuándonos en el alma un grado más de mexicanidad.

Héctor Gutiérrez utiliza su valor para ejecutar un toreo de clase, de buen oficio, señoriales maneras y conecta con la gente por la vía de la estética sin estar ajeno a tener que cruzar la raya que limita los valientes del toreo. Con el capote soñó lances y una larga que quedaran en la memoria de los buenos aficionados y con la muleta supo acariciar la bravura enclasada de los novillos de Pozo Hondo, le cortó dos orejas al cuarto de la tarde para salir a hombros junto con su alternante.

Pozo Hondo es un hierro de dinastía, hoy son ya cinco generaciones de la familia que aman y viven para el toro. Heredada pasión que desde Julián Llaguno hace prácticamente un siglo goza del campo bravo zacatecano.

Al término del festejo el recinto fue una explosión de mexicanidad, la gastronomía llevada a la excelencia, el folklore con buen gusto y en su medida exacta, el servicio único de los mexicanos, el colorido y la alegría. Los niños jugando al toro en el ruedo por la tarde y el orgullo de vivir la vida a la mexicana.

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