La Fiesta Está Viva

Llegaron los Reyes

La primera del año en la Plaza México trajo como regalo de Reyes una tarde interesante para el toreo, escribe Rafael Cué.

La primera del año en la Plaza México nos trajo como regalo de Reyes una tarde interesante en la que pudimos emocionarnos por las distintas vías que ofrece el toreo: el peligro, el drama, el arte y el triunfo.

Se lidiaron siete toros bien presentados de la ganadería tlaxcalteca de Rancho Seco y uno de Monte Caldera de regalo, para tres buenos toreros mexicanos, entre los que estuvo el hidrocálido Fabián Barba, un torero cuajado, de estupendo concepto y del gusto de aficionados y público.

Tras haber tomado la alternativa en esta plaza, hace ya nueve años, regresó Ernesto Javier Calita, un torero que desde novillero demostró un profundo concepto del toreo, no en balde actuó en Madrid, Sevilla, Barcelona, Málaga y Beziéres, entre otras plazas de categoría europea. Por caprichos del destino y miopía taurina de empresarios y profesionales, Calita cayó en el olvido, mas no en la desazón total. Más de una vez le habrá pasado por la cabeza tirar la toalla, pero cuando un hombre nace torero, la vocación va más allá de la lógica, y con enorme entrega y disciplina, Calita —lejos de aburrirse— intensificó su entrenamiento, sin contratos, sin tentaderos, pero de la mano de un gran profesional, un torero importante en la década de los 70 en Europa, el colombiano German Urueña, que lleva muchos años radicando en nuestro país y que cuenta con el don de la enseñanza y la virtud de transmitir la verdad de vivir en torero. Tras ser triunfador en las corridas de oportunidad en Los Azulejos, lo comenzó a apoderar José Luis Alatorre, buen taurino, joven empresario que está dando frutos a su entrega y pasión bien intencionada por la tauromaquia.

El tercero del cartel fue otro hidrocálido: Diego Sánchez, torero también de dinastía, joven que de novillero arrasó y que ahora paga el ilógico olvido empresarial que viven casi todos los toreros cuando toman la alternativa.

La entrada no estuvo a la altura. Desde este espacio hago un constante y respetuoso llamado a los aficionados y público en general a no dejar de asistir a las plazas de toros. El toreo adquiere otra dimensión a plaza llena, además de ser la mejor defensa que tenemos los que amamos esta cultura ante los ataques que recibimos por parte de gente que quiere imponer su criterio sin conocer ni entender el tema.

Fabián Barba le cortó una oreja al primero de la tarde, que de salida pegó un impresionante brinco al callejón, poniendo emoción desde el inicio del festejo. Con este toro, de nombre "Ochentón", Fabián demostró una vez más el gran momento y concepto que tiene; elegante, sobrio y eficaz, ante un toro que no se lo puso fácil y al que con temple y valor del bueno logró estructurar una faena de tersos naturales, templados, de gran estética y mejor ejecución. Estocada entregando el pecho y el triunfo ya mencionado. Su segundo fue complicado y con él estuvo solvente sin posibilidad de lucimiento alguna. No conforme con haber ya tocado pelo, regaló un toro, el séptimo del festejo, del hierro de Monte Caldera. Se fue a los medios a recibirlo de rodillas, y le pegó una buena larga cambiada; el toro se fue a corretear pegado a tablas, hasta que lo vio y le hizo el viaje, vencido, sobre el cuerpo del torero, arrollándolo y volviendo con celo y furia a levantarlo de manera escalofriante, pegándole dos cornadas grandes de las que se recupera favorablemente.

Calita ha dado una gran tarde de toros, rotunda, capaz, cuya dimensión debe hacer despertar a empresarios, no sólo por sus formas y concepto, sino por la conexión inmediata con el público, lo que generará la pasión que llena plazas. No tiene sentido describir las faenas, porque el concepto y la rotundidad fue más allá del hecho en sí. Elegante, con la cabeza muy en su sitio y con el valor de implementar los distintos matices que sus toros necesitaron. Terminó matando cuatro, ya que regaló uno y hubo de estoquear al que hirió a Fabián. Habrá soñado con salir a hombros en su regreso, pero en un detalle de categoría y torería, no permitió ser alzado, por respeto al compañero herido.

Diego Sánchez no tuvo suerte con su lote, pero demostró capacidad y un temple magnífico; hay que darle toros, es joven, ha demostrado capacidad y no le veo sentido a hacerle pagar con tiempo el llevar sólo tres años como matador de toros.

El próximo domingo 13 se despide un torero querido por el público de la Plaza México: Federico Pizarro, alternando con el potosino Fermín Rivera y el hidrocálido Gerardo Adame, ante seis toros de San Mateo.

¡Ahí nos vemos, a las 4:30 p. m.!

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