Apuntes Globales

El abrazo de El Salvador a China y sus implicaciones

Rafael Fernández de Castro escribe que AMLO y Ebrard deben tener claro que su propuesta de desarrollo hacia Centroamérica debe tener financiamiento.

En agosto pasado el gobierno del presidente de izquierda Salvador Sánchez Cerén, ya en su recta final, decidió terminar relaciones con Taiwán y entablarlas con China, lo que hizo que El Salvador sea el tercer país latinoamericano en poco más de un año en abrazar al nuevo gigante del mundo.

Taiwán sigue siendo reconocido por 17 países alrededor del orbe. Diez de ellos están en América Latina y el Caribe. Beijing ha desarrollado una importante campaña para aislar diplomáticamente a la isla de Taiwán, pues considera que es parte de su territorio. Sus últimas conquistas fueron Panamá el año pasado, República Dominicana en mayo de 2018 y ahora El Salvador.

El viraje hacia Beijing anunciado por San Salvador, apenas meses después del giro en la misma dirección por Panamá y Santo Domingo, ha estado a punto de causar sanciones económicas por parte de Washington. Para dejar en claro su irritación, Estados Unidos llamó durante septiembre a consultas a sus embajadores en esas tres capitales latinoamericanas.

La iniciativa de imponer sanciones a El Salvador puede explicarse por tres motivos. Primero, Trump tiene un nuevo consejero de seguridad nacional desde marzo pasado, el 'halcón' John Bolton. Este es un talibán más duro que su jefe –ojo por ojo y diente por diente reza su visión altamente antimultilateral.

Un segundo motivo de la irritación de Washington tiene que ver con que El Salvador había sido en las últimas décadas, especialmente entre 1989 y 2009, bajo los gobiernos del partido derechista Arena, el más cercano aliado regional de Estados Unidos.

Finalmente, es claro que la diplomacia estadounidense quiere frenar lo que está siendo ya una estampida de países de la región por abandonar relaciones con Taiwán y abrazar a China.

Ahora bien, la decisión de Sánchez Cerén, desde el punto de vista geoestratégico y económico-comercial, tiene todo el sentido del mundo. China claramente es ya el rival estratégico de Estados Unidos no sólo en Asia sino en la propia América Latina. Beijing lleva ya cerca de dos décadas de cultivar una relación político-estratégica con países latinoamericanos, entre los que destaca Venezuela, así como Bolivia y la propia Argentina.

Desde el punto de vista económico-comercial, El Salvador se estaba tardando. China desde hace ya una década, es el principal socio económico de muchos países latinoamericanos. Venezuela recibió en septiembre una línea de crédito por 5 mil millones de dólares por parte de China, que ya es prácticamente la última fuente de financiamiento que le queda. En comercio agrícola, Brasil se ha convertido en el principal exportador de soya a China, que le compró en 2017 50.9 millones de toneladas, desplazando a un segundo lugar a Estados Unidos.

¿Qué tanto ayudó el trumpismo a la decisión de estos tres países latinoamericanos de abrazar a Beijing?

No hay duda que contribuyó. El trumpismo no significa otra cosa en América Latina que negligencia y desconocimiento no falto de desdén. Justo entre los llamados "países de mierda" por enviar migrantes a Estados Unidos está El Salvador. Las reiteradas muestras de hostilidad de Trump hacia México no son compartidas por el resto de la región.

¿Qué implicaciones tiene esto para México?

Muchas y relevantes. Por lo pronto la reunión del 2018 de la Cumbre de Norteamérica con Centroamérica para la seguridad y desarrollo no se ha realizado. Este es el mecanismo, presidido por el vicepresidente estadounidense, en el que nos estábamos poniendo de acuerdo con Washington sobre cómo ayudar a Centroamérica.

El desarrollo socioeconómico del llamado triángulo del norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) es un tema de la mayor relevancia para el gobierno de AMLO. Sin desarrollo no hay manera de contener la violencia y marginación que siguen siendo las causas de la nuevamente numerosa emigración centroamericana. Un tema cada vez más contencioso entre México y Estados Unidos. Más aún, los países del triángulo empiezan a dar evidencias de ingobernabilidad.

El mensaje para México de los alegatos de Bolton -vamos a imponerle sanciones a El Salvador- es contundente. El actual gobierno en Washington no es confiable como socio para lograr el desarrollo de Centroamérica.

AMLO y Ebrard deben tener claro que su propuesta de desarrollo hacia Centroamérica tiene que tener financiamiento. Y éste difícilmente seguirá proviniendo mayoritariamente de Washington. Si la propuesta del nuevo gobierno de México va en serio, AMLO tendrá que mostrar liderazgo para construir una coalición de países y organismos internacionales que apoyen al triangulo del norte y desde luego abrir su propia chequera.

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