Apuntes Globales

Las mujeres y el futuro de Trump

Rafael Fernández de Castro escribe de la renovación del Congreso estadounidense el próximo seis de noviembre, que pasará a la historia por la nutrida participación de las mujeres.

En 2018, como en todos los años pares, hay elecciones federales en Estados Unidos. El próximo 6 de noviembre estarán en juego los 435 escaños de la Cámara baja y 33 del Senado (una tercera parte). Si los demócratas llegaran a capturar la mayoría de la Cámara baja, un juicio de impeachment a Trump estaría en el panorama.

Lo paradigmático de esta elección legislativa es que podría pasar a la historia como un gran año para la mujer, algo que ya ocurrió en 1992, cuando el número de mujeres en la rama legislativa se duplicó.

La presidencia de Trump ha sido una poderosa fuerza en el renovado activismo político femenino. El mandatario ha sido acusado por 19 mujeres de acoso sexual. Además, en mancuerna con el Partido Republicano, la Casa Blanca está tratando de debilitar los derechos reproductivos de la mujer y sus beneficios de salud. Hay claramente una campaña desde el Departamento de Justicia y las cúspides conservadoras para acabar de una vez por todas con el derecho a abortar vigente desde 1972. La Suprema Corte tiene ya una mayoría conservadora de cinco a cuatro. Y en caso de que la jueza Ruth Gisburng renunciara (tiene 85 años), Trump podría nombrar un sexto juez conservador, lo que implicaría numerosos derechos de inclusión social, y la práctica del aborto que serían revertidos.

En la actualidad, las mujeres constituyen 50.8 por ciento de la población estadounidense y aproximadamente 60 por ciento de quienes han ido a la universidad. Aun así, siguen estando subrepresentas en posiciones de liderazgo en el sector privado, educativo y político. Las mujeres sólo ocupan 19.3 por ciento de los escaños de la Cámara baja y 23 por ciento del Senado.

El rotativo The New York Times reportó la semana pasada que hay un activismo de género inusitado hacia la elección de noviembre próximo. El Partido Demócrata observó un incremento de 146 por ciento de precandidatas a una curul legislativa en relación a la elección de 2016. Po su parte, el Partido Republicano experimentó un incremento de 35 por ciento.

Un número récord de 49 mujeres (29 demócratas y 20 republicanas) están intentando llegar al Senado. Para la Cámara baja se han anotado 476. Hasta el 23 de mayo, después de varias elecciones primarias, 391 mujeres continúan en la batalla –290 demócratas y 101 republicanas.

La mayoría de candidatas a puestos de elección popular enfrentan importantes retos. La mitad está compitiendo contra políticos que buscan la reelección (lo que se conoce como incumbents), quienes tienen más posibilidades de prevalecer. También se da el caso de grupos nutridos de mujeres buscando el mismo escaño.

Ahora bien, independientemente de cuántas triunfen en noviembre, el número considerable de mujeres en la batalla electoral demuestra que están cansadas de estar rezagadas en los puestos de poder.

Como ejemplo de esta efervescencia de género en la política, el martes pasado el Partido Demócrata eligió a la primera mujer afroamericana como candidata a la gubernatura de Georgia, Stacey Abrams. Este estado sureño, con un grave pasado racista, sólo tiene 8.0 por ciento de mujeres afroamericanas en puestos de elección popular mientras que constituyen 23 por ciento de la población. Para ganar, Abrams necesita movilizar a los electores afroamericanos, quienes tradicionalmente no votan.

En Texas, el segundo estado más poblado, los demócratas eligieron a la primera latina gay como candidata a la gubernatura, Lupe Valdez. Ella fue la sheriff del condado de Dallas de 2005 a 2017, y la única alguacil latina que pertenece al movimiento LGBT. Las posibilidades de Valdez no son muy halagüeñas pues irá en contra del gobernador Greg Abbot, un conservador que mantiene una aceptable popularidad en el estado de 54 por ciento.

Finalmente, otro ejemplo es el de Amy McGrath, quien fue piloto de combate en la Marina y sorpresivamente venció al candidato del establishment en la elección primaria. Su campaña ha mostrado prominentemente su experiencia en el servicio militar, la cual se volvió viral en las redes sociales.

Con una política antigénero, machismo y numerosas acusaciones de acoso sexual, Trump está activamente creando anticuerpos. Uno trascendental son las mujeres. Éstas podrían ayudar a los demócratas a tener mayoría en la Cámara baja en la próxima legislatura y, entonces sí, la posibilidad de entablar un juicio a Trump no estará fuera del panorama político del vecino país.

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