Apuntes Globales

Trump hundiéndose

Rafael Fernández de Castro opina que el desprestigio del mandatario estadounidense, Donald Trump, es ya incontenible; sin embargo, su caída aún no lo es.

Un funeral y tres recientes publicaciones no dejan duda que la presidencia de Trump está haciendo agua y que, a pesar de que su base sigue firme, será prácticamente imposible contener el desprestigio personal del presidente número 45 de Estados Unidos. Mi predicción es que la Casa Blanca acabará bajo el agua.

El desprestigio de Trump tuvo un punto de inflexión hace tres semanas: el funeral de John McCain, un héroe de guerra y de paz, quien fue una de las víctimas más visibles del bullying de Trump candidato y presidente.

La instrucción de McCain en su lecho de muerte fue precisa: Trump no debe acudir a mi funeral. Únicamente eventos muy solemnes, como la muerte de un héroe, permite convocar a toda la clase política del vecino país, incluidos todos los expresidentes vivos y cerrar, momentáneamente, las enormes brechas ideológicas y políticas entre republicanos y demócratas, entre aislacionistas y globalistas.

Al funeral del héroe de Vietnam, 30 años senador republicano por Arizona y dos veces candidato presidencial (2000 y 2008), acudió la clase política en pleno, con una excepción demasiado evidente: el mandatario actual. El lugar vacío de Trump lanzó una señal inconfundible –el presidente en turno no es parte del establishment político del vecino país. Es un advenedizo repudiado por todos los demócratas y cada vez por más republicanos.

Desde la Catedral Nacional en Washington D.C., Meghan McCain, hija del homenajeado, atacó al ausente: "nos reunimos aquí para llorar el fallecimiento de la grandeza estadounidense, lo real, no una retórica barata de hombres que nunca se acercarán al sacrificio que él ofreció tan voluntariamente".

El reciente libro de Bob Woodward, Miedo, publicado la semana pasada, abona como ningún otro de los numerosos libros que han aparecido sobre Trump, a su desprestigio. Woodward es el más importante reportero de investigación vivo en Estados Unidos y probablemente en el mundo. Es el héroe junto con Carl Bernstein de la investigación sobre el caso Watergate que terminó con otro presidente, Richard Nixon, quien al igual que el actual, había decidido desafiar a muerte a la prensa. El móvil era el mismo. Acabar con la prensa, finalmente el perro guardián de la democracia, para evitar que denuncie sus tramas y excesos antidemocráticos.

Miedo es lo que según Trump deben sentir "sus súbditos" ante su poder o bien las víctimas de sus gandalleces, especialmente las mujeres. Es decir, Trump entiende que la gente tiene miedo y sabe que el poder depende de infringirlo. Gracias a la capacidad de investigación de Woodward y al prestigio que le dan 18 libros escritos anteriormente, las fuentes de Miedo son los actores más destacados en la escenografía trumpeana. No sólo los que ya salieron de la Casa Blanca de Trump, como Gary Cohn, principal asesor económico, y Reince Priebus, exjefe de la Oficina de la Casa Blanca, sino también del secretario de defensa Jim Mattis y del actual jefe de la Oficina de la Casa Blanca, John Kelly. La conclusión de Miedo es siniestra: tanto los que han renunciado como muchos de los que permanecen detestan al mandatario pues lo saben incapaz de gobernar a su nación.

Miedo deja claro el caos en que está sumida la presidencia de Trump. Pone al descubierto lo que ya sabíamos—el mandatario se rige por códices que son radicalmente opuestos a la democracia y a los ideales de libertad y tolerancia. Woodward cita: "Mattis estaba exasperado y alarmado, comentando a personas de su equipo que Trump actúa como—y tiene el entendimiento de—un niño de cuarto o quinto de primaria".

La segunda publicación que añade al desprestigio de Trump es un artículo anónimo publicado en The New York Times el pasado 5 de septiembre. El autor es un alto funcionario del gobierno quien decidió compartir su esfuerzo de impedir que Trump se salga con sus caprichos y continúe destornillando literalmente las bien ajustadas piezas de la democracia estadounidense. El anónimo señala: "Muchas personas nombradas por Trump se han comprometido a hacer todo lo posible para preservar nuestras instituciones democráticas y frustrar los impulsos más equivocados de Trump hasta que termine su mandato".

Finalmente, esta semana Hillary Clinton, quien al igual que Obama, se había mantenido callada, señaló que ya no puede permanecer impávida pues el daño a la democracia es demasiado evidente. Su argumento es que, a lo largo de la presidencia de Trump, la democracia ha sido salvajemente embestida a través de cinco agresiones: al Estado de derecho, poniendo en duda la legitimidad de las elecciones, lanzando una guerra contra la verdad y la razón, corrupción abierta, abyecta y minando la unidad nacional que es esencial para la democracia. Clinton concluye que la mala voluntad de Trump no ha llegado a su plenitud, pues su misma ignorancia lo ha impedido. Es decir, en la medida que permanezca en la Casa Blanca será más peligroso.

El desprestigio de Trump es ya incontenible. Su caída aún no. Me preocupa que un acontecimiento catastrófico externo, como un acto terrorista a gran escala o una conflagración internacional, no sólo no hundiría a Trump, sino que lo convertiría en lo que aspira: erigirse en tirano.

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