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El deleite del secreto negro entre los curas

Hoy en el mundo 'civilizado' salen a la luz pública las revelaciones de que en Filadelfia 300 sacerdotes católicos abusaron de más de mil niñas y niños durante las últimas siete décadas.

"Los menores de edad son presas más fáciles en una relación no consentida"

"El Papa reprueba estos actos sin que tome medidas para disminuir, desterrar este fenómeno"

Alondra, de ojos grandes y fácil sonrisa, tenía seis años cuando fue llevada a la escuela que sus padres consideraron era la mejor de Guadalajara. Iniciaría la primaria rodeada de atenciones y sus profesores le comunicarían los sagrados valores católicos en los que la familia había crecido en más de tres generaciones. Las monjas de la orden de la Sagrada Eucaristía tenían normas de conducta y formas de enseñanzas que, decían, eran muy superiores a las que pedía la SEP.

Por si fuera poco, tres sacerdotes jesuitas, educados en España y dos de ellos con doctorado en pedagogía, supervisaban las labores de clérigos y laicos que impartían materias de singular importancia, como biología, geografía e historia universal, para los educandos de secundaria.

Toño y Leticia estaban fascinados cuando inscribieron a su hija Alondra y además, comentaban con sus amistades, la cuota es de 13 pagos anuales, que ya comprende las vacaciones, por sólo 14 mil pesos mensuales.

Habían transcurrido seis o siete meses cuando notaron que su pequeña hija había dejado de lado el gusto por ir a la escuela. Ya no mostraba su natural alegría y cada vez sonreía menos. Leticia trabajaba intensamente en un despacho de abogados y terminó pidiendo a su marido, quien tenía un puesto burocrático y en consecuencia podía darse un tiempecito, ir a la escuela para platicar con las monjas y ver qué ocurría en la escuela.

Aparentemente todo iba bien, salvo que Alondra rehuía cada vez más al padre Carlos, sacerdote jesuita. Llegó el momento en que la niña, entre lloriqueos y manotazos se negó a ir a la escuela. El colmo, un día se escondió toda la mañana en el baño y en otra ocasión, rompió y deshizo su mochila, cuadernos y libros en medio de un berrinche colosal.

Llevada al terapeuta y después de una decena de sesiones, descubrieron que Carlos, el sacerdote con doctorado en Cádiz, asediaba a la pequeña y en más de una ocasión estuvo a punto de violarla. ¡Seis años tenía la niña!

El caso no es único, se multiplica entre los representantes de la Iglesia católica y los conservadores protestantes, quienes desde tiempos inmemoriales hacen un ejercicio inapropiado de la autoridad moral, como lo ha calificado el papa Francisco. La aberración de obligar, abusar y maltratar sexualmente a quien es vulnerable, ignorante e indefenso, tiene raíces que se hunden en el tiempo. El guerrero triunfante tenía entre sus compensaciones desgarrar y triturar a las mujeres vencidas y hacer lo que quisiera con los menores. Durante la Inquisición, ¿qué era lo primero que hacían jueces, vigilantes, carceleros, inquisidores con las mujeres y hombres acusados de herejía?

Hoy en el mundo "civilizado" salen a la luz pública las revelaciones de que en Filadelfia 300 sacerdotes católicos abusaron de más de mil niñas y niños durante las últimas siete décadas, y para ello contaron con la complicidad y la protección de obispos y arzobispos. Josh Shapiro, fiscal general de Pensilvania, señala que la Santa Sede encubrió a los pederastas, y casos semejantes o peores han ocurrido en Irlanda, Chile, Australia, Oceanía y prácticamente en todo el mundo.

El psicoanalista Eduardo Dallal explica que el celibato impuesto y admitido por los curas, juega un rol importante en el proceso de seducción que ejerce un fuerte sobre un desposeído. Los menores de edad son presas más fáciles en una relación no consentida, cuando no hay lo que debiera ser un placer participativo entre dos iguales.

Quien sufre una violación experimenta una presión desproporcionada en la que se ha abusado de su ignorancia, fragilidad y desigualdad. Las consecuencias siempre conllevan efectos traumáticos con la vertiente de sobrellevar algo malo, doloroso, culposo, mortificante.

El papa Francisco reprueba estos actos cometidos en la institución religiosa más longeva sin que tome medidas para disminuir, desterrar este fenómeno aberrante. Que los curas dejen una laicidad que no respetan y puedan abiertamente casarse o tener mujer, sería lo inmediato. Luego, hacer de lo prohibido algo natural sería mucho más sano y habría menos víctimas. No es suficiente condenar pues bien sabemos, que eso que es un crimen, continuará, y lo peor, seguirá solapado, que es lo mismo que decir permitido.

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