Otros Ángulos

El futuro está en el pasado

En otro espléndido regreso al pasado, Morena propone que la Secretaría de Gobernación sea la entidad vigilante y dispensadora de las transmisiones de radio y TV, en un presente del internet y las redes sociales.

Ya nos han mostrado que no importa lo que haya hecho el gobierno que se va, lo hicieron mal. Es necesario cambiarlo, abandonarlo y derruirlo. Ahora el turno es de la radio y la televisión. Para hacerlo, la minuta enviada por la Cámara de Diputados que reforma la Ley de la Administración Pública Federal, propone que la Secretaría de Gobernación esté facultada para manejar las emisoras públicas y administrar el tiempo del Estado en radio y TV, así como proveer esos servicios a nivel nacional. Esto nos lleva al siglo pasado, cuando se promulgó la Ley Federal de Radio y TV el 9 de enero de 1960, ¡hace 58 años!

En aquél texto, eran cuatro las secretarías que tenían a su cargo esos medios que emitían los mensajes que moldearon la personalidad de los mexicanos y quienes se encargaron de penetrar los signos dominantes que debía seguir la población desde ese entonces hasta nuestros días: la despolitización, la enajenación consumista, la sumisión acrítica y la asimilación de los valores de la violencia. Correspondía a la Secretaría de Salubridad "la autorización de la propaganda comercial de comestibles, bebidas, medicinas, insecticidas, aparatos terapéuticos y artículos de higiene y embellecimiento".

A la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) le tocaba "otorgar concesiones y permisos, asignándoles la frecuencia respectiva… fijar el mínimo de las tarifas". La Secretaría de Educación Pública (SEP) debía "promover la enseñanza, el mejoramiento cultural y la propiedad del idioma… proteger los derechos de autor y extender certificados de aptitud al personal de locutores". Y a la Secretaría de Gobernación (SG) le correspondía lo medular: "Vigilar que las transmisiones se mantengan dentro de los límites del respeto a la vida privada, a la dignidad personal, a la moral. No ataquen los derechos de terceros ni provoquen la comisión de algún delito o perturben el orden y la paz públicos". Esto último se acompañaba con las modalidades que imponían las asociaciones y ligas de la decencia de reconocida y dilatada influencia en aquellos tiempos.

Ahora, Morena propone que, en espléndido regreso al pasado, la Secretaría de Gobernación sea, como antes, la entidad vigilante y dispensadora de las transmisiones. La ignorancia de los miembros de ese movimiento de regeneración (Morena) es portentosa. Están convencidos de que el control y orientación de un ministerio encargado de la policía, la seguridad y el monitoreo de la vida política, es lo que conviene a medios de difusión, que han transitado en más de medio siglo a las antípodas de sus tareas originales.

Quienes proponen que la radio y TV giren y bailen al son que les diga el gobierno, no saben que Internet ha tomado el poder de la comunicación masiva; salvo en encuentros futbolísticos, ya no tiene el mismo peso lo que difundan los medios convencionales. La atención de nuestra sociedad y del mundo está en Google, Facebook, YouTube, Twitter, Apple, Yahoo, Amazon, etc. (Benditas redes sociales). Todas esas firmas con la carga de ser norteamericanas y las consecuencias que eso entraña; entre otras, el que nos demos cuenta o no obtiene información sobre cada uno de nosotros y eso lo venden a diversas compañías comerciales y a diferentes agencias gubernamentales en todo el planeta. Una sociedad conectada es una sociedad espiada.

Somos la materia prima de Google en un contexto cambiante, donde la radio y la televisión son tangenciales y con frecuencia inocuas y prescindibles.

La iniciativa del Legislativo es simplista y fallida. Desconoce que hoy las emisoras públicas son todas concesiones susceptibles de hacerse de recursos publicitarios por magros que sean, ya que el Estado las mantiene con presupuestos ridículos; así sobreviven IMER, Radio Educación, Canales 11, 22, la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales y hace prácticamente inoperante el pomposo y semihueco, el ya existente, Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano.

No es en Gobernación donde deben asentarse los medios públicos y tampoco los concesionados a particulares. Es en –lo que el gobierno entrante tiene alergia– un organismo autónomo que abarque el inmenso ramal tecnológico hoy dominado por los yanquis, y que incluya un proyecto de educación integral en la formación de ciudadanos a través de valores humanistas emancipadores. Todo lo demás es una quimera retórica.

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