El Escritorio de Baco

El santo patrono del servicio del vino

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Como ya es tradición en esta época del año, les platicaré sobre un mito íntimamente ligado al servicio del vino.

Puede parecer intrascendente el servicio de vino en la mesa, sin embargo quienes nos dedicamos profesionalmente este tema conocemos la trascendencia que implica conocer el protocolo de servicio de esta milenaria bebida.

Los griegos plasmaron las diferentes facetas, pasiones y vivencias del ser humano en los diferentes mitos que crearon.

El vino revestía tal importancia para la cultura griega que su servicio también fue mitificado. Antes de la Guerra de Troya un príncipe de la familia real de esta legendaria ciudad, llamado Ganímedes era el encargado de cuidar los rebaños de su padre en las montañas de Frigia (hoy Turquía), cercanas a esta ciudad. Según la leyenda este adolescente era el más bello de todos los mortales. Un buen día Zeus, se enamoró de Ganímedes, por lo que se transformó en águila y raptó a este príncipe de la familia real troyana llevándolo consigo al Monte Olimpo.

Además de convertirlo en su amante, Zeus le encomendó a Ganímedes el divino privilegio de ser el copero de los dioses olímpicos en sus largas veladas y encuentros, cargo sumamente honorífico. Imagínense lo cautivamente del trabajo del amante olímpico como escanciador de vino en las poco serias reuniones los dioses del Olimpo, en las que no podía faltar ni vino ni mucho menos un encargado exclusivo de su servicio.

Ganímedes quedó inmortalizado en la constelación de Acuario. Cuestiones esotéricas aparte, el símbolo de la constelación zodiacal de Acuario no es un hombre que está vertiendo agua, sino el preciado fruto de la vid, nuestro querido vino. Precisamente justo en esta época del año, el Sol acaba de entrar en la constelación de Acuario, consecuentemente durante parte de los meses de enero y febrero podemos decir que se festeja al "patrono" de quienes se dedican al servicio del vino.

El servicio del vino reviste tanta importancia desde la antigüedad, que los mismos dioses tenían asignado a una persona especial para tal función. Pero no solo los dioses del Parnaso conocían la trascendencia de tener un copero, el mismo Rey Sol, Luis XIV, dentro del estricto protocolo creado por él mismo, tenía dentro de su servicio a la mesa la función encargada única y exclusivamente de servir vino al "copero real".

El vino no es una bebida sino una experiencia que merece la pena compartirse por eso su servicio reviste tal importancia. Dedico esta columna a meseros, sommeliers, capitanes y todos aquellos que con su esfuerzo y dedicación logran cautivar al comensal para que consuma la más noble de las bebidas. ¡Salud!

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