La Feria

Armando: Estás reprobado

Armando Ríos Piter no ha logrado su objetivo (ser candidato), ni demostró ante el INE que tiene la razón respecto a la autenticidad de las firmas, vaya, ni siquiera lo intentó.

El currículum académico de Armando Ríos Piter es brillante. A los treinta años, en 2003, ya había concluido una licenciatura en Derecho (UNAM), otra en Economía (ITAM), y dos maestrías en el extranjero: en Seguridad Nacional (Georgetown) y Administración Pública (Harvard).

A la par, el guerrerense comenzó una carrera en el servicio público (Infonavit, Hacienda, entre otros) y luego pasó casi nueve años en el Congreso de la Unión (diputado y senador).

Con esa trayectoria, buscó ser candidato a la presidencia de la República por la fulgurante vía de una candidatura sin partido. Desde hace cinco días ese anhelo está empantanado en cosas de una lógica muy rara, muy ilógica para alguien con tanta preparación y no poca experiencia.

Empecemos con algunas cuentas. Sencillas. Meras divisiones sobre el costo de las firmas recabadas por Margarita Zavala, Jaime Rodríguez y Ríos Piter.

Si uno se fija en el monto de "apoyos recibidos" (previos validación) sucede que Ríos Piter es un genio para recolectar firmas, tan efectivo que cada una de esas firmas (un millón 765 mil 599) le salió a tres pesitos con diez centavos. Mientras el guerrerense reportó gastos por cinco millones 535 mil 616, Margarita se gastó un total de 13 millones 858 mil 417, y El Bronco un pastón: 19 millones 186 mil 61 pesos.

De forma tal que si yo fuera Margarita habría regañado a mi equipo, pues a ella cada "apoyo recibido" le costó 8.7 pesos. Mientras El Bronco gastó en promedio nueve pesos por cada firma, casi tres veces más que Ríos Piter.

Seguro eso pudo pasar porque Armando estudió mucho y trabajó en lugares importantes.

Pero luego ocurrió, como se sabe, que vino el INE y le quitó chorros de firmas a Ríos Piter.

Al Jaguar sólo le dejaron 242 mil 646 "apoyos válidos", 14 por ciento de los que había presentado.

¿Dónde quedó la eficiencia de Ríos Piter? Esa eficiencia que, por cierto, ya había hecho que varios levantaran las cejas por sus espectaculares picos de crecimiento de recolección de firmas en las vacaciones navideñas, cuando de una semana a otra pasó de obtener 100 mil apoyos a irse al doble y, la semana siguiente, a 230 mil firmas en sólo siete días.

Ríos Piter no se tomó bien el palo del INE y ha gritado cosas que podrían llevar a cualquier despistado a pensar que estamos en 2006: que si Felipe Calderón es poderosisísisimo y operó para meter a su esposa, que si el INE es una cueva llena de personajes siniestros. Redacción mía, por supuesto.

Ayer, en el último día en que pudo haber utilizado para revisar qué diantres pasó con 86 por ciento de las firmas que le invalidaron, Ríos Piter acudió al INE a denunciar que es víctima de un complot (palabra mía), que no quiere convalidar una simulación (dijo más de diez veces ese término, quizá dolido porque él es acusado de simular ni más ni menos que 811 mil 969 firmas) y que sus apoyos son de carne y hueso.

Supongo que si el verdadero objetivo de Ríos Piter es estar en la boleta, alguien que pudo juntar 200 mil firmas en una semana, bien pudo ir al INE y con una muestra evidenciar en tres días lo que él dice que son apoyos válidos que le sustrajeron indebidamente.

Eligió no hacerlo. Eligió ensuciar el proceso incluso deslizando que hubo corrupción en el proceso de contratación de la herramienta tecnológica mediante la cual se capturaron las firmas.

Alguien tan listo, tan preparado, apela a la emoción, al chantaje. Si tenía la razón, por qué no reconvocar a su ejército de auxiliares y en unas 72 horas, firma por firma, evidenciar inconsistencias en la contabilidad de los malvados del INE. Si pudo juntar 230 mil en una semana, seguro podría revisar 100 mil en tres días.

No sé qué opinarán en las universidades donde estudió Ríos Piter. Pero ni ha logrado su objetivo (ser candidato), ni demostró que tiene la razón, vaya, ni siquiera lo intentó. No se necesita haber estudiado en el ITAM para saber que alguien que actuara así, sería reprobado.

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