La Feria

Breviario mínimo de salud en tiempos electorales

Salvador Camarena realizó un breviario sobre las cosas que los ciudadanos no deben olvidar antes de las elecciones que se realizarán el primero de julio.

Respire. Tranquilo. Si siente que ya no aguanta, que ya quiere que sea 1 de julio, que el estrés y la ansiedad por las campañas lo van a enfermar, sepa que no está solo (a). Y, sobre todo, sepa que no está condenada (o) a padecer las restantes once semanas, periodo hasta la elección en la que, es cierto, nada y todo podría pasar.

Con eso en mente, hemos preparado un pequeño breviario electoral que, esperamos, podrá aliviarle algunas molestias de la incertidumbre, esa maravilla resultante de que hoy en México se tenga un sistema electoral medianamente digno de ese nombre.

Son recordatorios y recomendaciones. Comencemos.

Sobre todas las cosas, recuerde esta: Al día siguiente de la elección del 1 de julio, México no desaparecerá ni renacerá. Será el mismo país con enormes retos e insultante desigualdad. Y es más, tan no desaparecerá que, ese lunes del día después, la enorme mayoría de ustedes tendrá que ir a chambear, puntualita, como siempre.

Segundo, repita al menos tres veces al día: Twitter no es la vida, Facebook no es el mundo y estar en WhatsApp no es dialogar con friends and family.

Tercero: A todos los candidatos, a todos ellos, les vale un cacahuate si por defenderlos usted sacrifica en estas campañas una amistad entrañable. Allá usted si está dispuesto a llevar amigos a tan inútil piedra de sacrificios.

Cuarto: Siempre será bueno tener un pretexto para dejar de llevarse con algunos parientes. Pero es desaconsejable usar las elecciones para ello, no vaya a ser que no sólo no logre que sus parientes dejen de ir a la reunión de Navidad, sino que encima tenga que tragarse el verlos muy orondos porque su candidato (el de ella/él, no el suyo) gane.

¿Cuántos debates recuerda en la secu? ¿Cuántos en la prepa? ¿Alguno en la universidad? Bueno, pues si de ese tamaño es nuestra cultura del debate, bájele dos rayitas a sus ansias de cara al debate del domingo. Salvo un milagro, en nuestros debates los candidatos no fijarán ideas clave (y menos discutirán seriamente al respecto) sobre qué sí y qué no hacer con el país los próximos años. Así que, quinto: No se deje alienar por las campañas. Si quiere emoción, vea la Champions, y si lo que quiere es ver rounds de asaltos, vea más Bax o súbase al transporte público.

Sexto: No permita que lo conviertan en un zombie maniqueo. Aquí una fórmula para evitarlo. A los que defienden el modelo, pregunte qué cambios sustantivos, y medibles, hará al mismo. A los que denostan el modelo, cuestione qué funciona y mejoraría del mismo. Ni todo está bien ni todo está mal.

Séptimo: Reserve energía para el 2 de julio. Si ganan los unos, habrá que combatir, de nuevo, a la camarilla criminal que ha saqueado México. Si ganan los otros, habrá que vigilar que no se instale/fortalezca/empodere otra camarilla. Ustedes saben quiénes son.

Ocho: Una dosis de humildad es también muy útil. No olvide que todos los candidatos, todas las candidatas, nos representan incluso desde antes de la elección. Ellos son tan malos y tan buenos como nosotros. Ellos son nosotros. ¿Aun así no le gusta lo que ve? Métase a hacer política, en su condominio o colonia, en su pueblo o ciudad. No le va a pasar nada, y en una de esas hasta ayuda a mejorar las cosas.

Nueve. Quizás este sea el punto más importante. Sobre todas las cosas, rechace los discursos de odio, las agresiones y las intromisiones en la vida privada/íntima de candidatos, políticos, simpatizantes, comentaristas, etcétera. Vengan de quien vengan. No se acostumbre a tolerar a los intolerantes.

Diez: Agregue su propia recomendación para no sudar calenturas ajenas. Seguro alguien la encontrará útil.

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