La Feria

Frente a López Obrador

Enrique Alfaro, probable ganador de la gubernatura de Jalisco, tendría la oportunidad de ser la sombra que reclame a AMLO eventuales yerros o inconsistencias en la oferta del tan prometido cambio.

Si por el resultado electoral del 1 de julio se llega a dar el caso, comentado aquí ayer, de que la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México deje de ser un polo alternativo al poder, y visión, del presidente de la República, ¿quién asumirá ese rol, quién llenará ese vacío?

Este miércoles el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmó que El Trampas consiguió su candidatura sin partido (de independiente nunca tuvo un ápice) mediante delitos varios, por lo que ratificó multas que le impuso el Instituto Nacional Electoral.

Aunque el daño de El Trampas a la imagen de la naciente figura de los candidatos independientes, y por tanto a la democracia nacional, estaba hecho, su perjuicio a nivel Nuevo León no está conjurado. Tan importante entidad ahora tendrá la desgracia de que este sujeto regrese a suelo neoleonés a cobrar como gobernador. Todo ello tras una mediocre campaña presidencial a la que más de uno le auguró grandes posibilidades. No hubo tal.

Con eso a cuestas, se antoja muy poco viable que ese señor tenga, después del 1 de julio, un papel relevante a nivel nacional. Ello, reitero, en detrimento de una entidad que representa 7.3 por ciento del PIB nacional, sólo por debajo de la Ciudad de México y el Estado de México.

Si ni desde el gobernante de Nuevo León, ni desde la de la Ciudad de México (en caso de ser Sheinbaum) se constituyen en líderes de facto frente a una eventual presidencia de Andrés Manuel López Obrador, entonces ¿quiénes podrían aspirar, desde gobiernos estatales, a apropiarse de ese papel?

Se me ocurren tres candidatos. Javier Corral, de Chihuahua; Alfredo del Mazo, del Estado de México, y Enrique Alfaro, probable ganador de la gubernatura de Jalisco.

De los tres, Alfaro podría tener el mejor escenario para lograr el liderazgo informal de esa interpelación, desde la República, al Palacio Nacional.

Del Mazo y Corral tendrían una limitante idéntica: sus respectivos partidos pagarán la resaca de lo que hoy se vislumbra como sendos fracasos. Antes de plantarse frente al Ejecutivo federal, Corral y Del Mazo tendrán que lidiar con los avatares de la lucha del poder al interior de sus agrupaciones políticas, tendrán que invertir energía en posicionarse frente a los suyos antes que fuera de casa.

El caso de Alfaro es distinto. Aunque pierda Anaya, el partido del jalisciense no saldrá derrotado de la elección, pues Movimiento Ciudadano parece llamado a desplazar en protagonismo al PRD.

Y de las victorias previsibles para MC, la de Alfaro no sólo es la más cantada sino la de mayor peso.

Así que si Alfaro sienta sus reales en Jalisco tendría la oportunidad de escalar las discusiones que ya ha sostenido en esta campaña con AMLO, pero a nivel nacional.

¿Podrá y querrá hacer eso? Cabe mencionar que el jalisciense es similar a López Obrador: un político del sistema con discurso antisistema. Y por ello mismo tiene la oportunidad de convertirse en la sombra que reclame a AMLO eventuales yerros o inconsistencias en la oferta del tan prometido cambio.

En su contra Alfaro tiene su poca experiencia en los pasillos capitalinos del poder; que su entidad padece el embate de un cartel, y que las presiones de sectores jaliscienses que teman pagar los costos de no entenderse con el nuevo mandatario.

Aunado a lo anterior, por supuesto, Alfaro tendría otro escollo: Dante Delgado querrá ser quien ejecute ese papel, pero si el dueño de MC se queda el rol protagónico, quién sabe si Alfaro tenga futuro nacional dentro de seis años más allá de una senaduría.

Eso y más nos traería un triunfo de Morena tanto en la presidencia de la República como en la Ciudad de México. Ya veremos.

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