En una mesa esquinada del restaurante 99, ubicado en la famosa Casa Lamm de la colonia Roma, para acompañar su comida Simón Levy Dabbah pidió ayer agua, mientras que su acompañante despachó una Coca-Cola.
Llegada la hora del café, sobre la mesa de Levy y su acompañante, un caballero de pelo entrecano, había un engargolado que a la letra decía: "El desarrollo del proyecto generará empleos desde la construcción del mismo hasta empleos permanentes. Aproximadamente 4,000-4,500 empleos directos e indirectos".
Guau. La IV transformación no pierde el tiempo. ¿Qué proyecto tan bueno se traerá entre manos Simón Levy, futuro subsecretario de Turismo, que podría representarle a México "4,000-4,500 empleos"? Ni el Tren Maya, caray.
En la hoja del engargolado, bajo la frase que prometía tanto y tanto empleo se veía la proyección de una alta torre, digamos estilo la de las Naciones Unidas en Nueva York, rodeada de un edificio más chaparrito. Y en la esquina de todo, el logotipo de la marca Codere.
Google dice que Codere "es una compañía multinacional española, referente en el sector del juego privado, con presencia en ocho países de Europa y América. Es la única empresa española del sector del juego que cotiza en Bolsa, desde el 19 de octubre de 2007 y, desarrolla su actividad en este complejo sector con total transparencia y responsabilidad". Están en México desde 1998.
¿El próximo funcionario de Sectur negocia un proyecto con un empresario del sector del juego sin que en la mesa esté gente de la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero? ¿Estaban hablando de un casino? ¿Morena quiere más casinos? ¿O era una negociación privada de Levy que no tiene nada qué ver con su próximo puesto público? Esperen, esperen, ¿se puede eso en la IV transformación, ver proyectos privados siendo casi casi funcionario público? ¿Esa torre gigante no es para el Hipódromo de las Américas, verdad?
Dios, qué bolas se hace uno con tan polifacético cuasifuncionario. Por ello, permítanme mejor seguirles contando del edificio de Campos Elíseos 113, donde habita Simón Levy, y en donde la delegación Miguel Hidalgo encontró irregularidades de tal magnitud que la llevaron a concluir que deben ser demolidos los pisos que rebasan la altura permitida.
Ayer contaba aquí que en octubre pasado la entonces delegada Xóchitl Gálvez denunció, vía Periscope, irregularidades (ausencia de manifestación de obra y más niveles de los permitidos), pero la cosa no se quedó en el Periscope de Gálvez. La delegación Miguel Hidalgo abrió ese mismo mes un expediente y apenas en julio pasado, mediante el oficio DMH/DEJ-SLBC-1307/2018, resolvió que "se ordena imponer el ESTADO DE CLAUSURA TOTAL ASÍ COMO LA DEMOLICIÓN TOTAL DE LOS TRABAJOS DE OBRA REALIZADOS EN LOS NIVELES SUPERIORES AL TERCER NIVEL DEL INMUEBLE ubicado en CAMPOS ELISEOS NUMERO 113".
Pero cuando el 30 de julio pasado el INVEA quiso ejecutar ese ordenamiento, sucedió que los representantes de los dueños del edificio exhibieron un documento del Tribunal de Justicia capitalino que concedía una suspensión "solicitada para el efecto de que se mantengan las cosas en el estado que se encuentran hasta en tanto se resuelva el presente juicio". Por ese motivo, el edificio donde vive Levy ya no tiene sellos de nada, de suspensión provisional ni definitiva. Y para tal efecto, ni amenaza inminente de demolición. Es decir: el edificio donde un funcionario del próximo gobierno federal de Morena se acondicionó un departamento de cuatro plantas obtuvo, en plenas vacaciones del Tribunal, un amparo para no ser molestados por la delegación que –inchis rigoristas– querían clausurar y demoler. Qué suertudo Levy, qué buen gesto del Tribunal ponerse las pilas a favor del edificio que él ocupa. Caray, de que a uno se le alinea la suerte, se le alinea. Con razón come con quien come.