La Feria

Lo que aprendimos en esta campaña

Salvador Camarena enlista algunas de las cosas que se aprendieron durante esta campaña, como que, en medio de mezcolanzas, la izquierda mexicana se evaporó.

Que un señor de 64 años se puede dar el lujo de poner a sus contendientes apodos tipo secu de los años ochenta, es decir no sólo lamentables por su falta de elaboración, sino por trasnochados.

Que un señor de 64 años puede ser retratado en diversos spots como un ser de desecho al que no le puedes dar responsabilidad alguna.

Que "vulgar ladrón" se puede convertir en moneda corriente del intercambio entre dos candidatos sin que nadie levante una ceja. Que los empresarios son denostados un día sí y otro también.

Que hay gente pensante que de verdad no entiende el descomunal peso que en un país como México puede recaer en un trabajador si el dueño de la empresa donde cobra le envía un "amigable texto" invitándole a que piense bien su voto.

Que la juventud de un candidato puede ser suspicacia.

Que ya no te sorprende la capacidad de un call center para hacer llamadas en contra de un candidato a ti, a tus compañeros de trabajo, a tus familiares, a desconocidos.

Que la inteligencia de un candidato puede ser no un atributo sino una condición que despierte sospecha.

Que un candidato a la ciudad de México puede (en mala hora) revivir el lenguaje discriminador donde a personas se les dice ratas y nadie hace ya ni la tercera parte del escándalo que en su tiempo enfrentó Montiel cuando hizo lo mismo.

Que el publicista autor de las ratas de Montiel es presumido en una campaña como una contratación de lujo.

Que un candidato declara que él defenderá a los sindicatos y que los sindicatos están encantados de ofrendar su (no se rían) libertad. Que un presidente de un partido piensa y no sólo piensa sino que declara que el matrimonio gay es una moda.

Que alguien (todavía) quiere que el PRI lo haga suyo.

Que en medio de mezcolanzas la izquierda mexicana se evaporó. Que el presidente del Senado no sabe honrar la importancia de su cargo y se mete a la grilla para hacerle el caldo gordo a unas filtraciones.

Que no hay escándalo ni indicio de corrupción que limite la carrera de un futbolista rumbo a la gubernatura de un estado.

Que las dinastías no son cosa del siglo XVII, que están de vuelta y que no hay gobernador o exgobernador que se ruborice por un minuto de su abierta intentona por heredar el poder al cónyuge o al vástago, propio o adoptado.

Que el presidente de la República que ganó sin nombrar correctamente tres libros pide a la nación no votar a partir de la emoción.

Que está padre espiar a esposas de exfuncionarios que en su momento ni indiciadas estaban.

Que hay priistas que saben lo que hará la PGR incluso cuando todo mundo sabe que la PGR no hace nada.

Que los que van ganando luego usan el ardido lenguaje de los que van perdiendo.

Que los que ya perdieron se llevan más portadas de diarios que los que aún compiten.

Que está mal que los periodistas formulen preguntas en los debates (y peor aún las doten de contexto).

Que los empresarios mandan a hacer encuestas porque no les gusta lo que dicen las que llevan décadas en el mercado.

Que hay jueces, qué digo jueces, magistrados de toga y camioneta blindada, que validan triangulaciones financieras y falsificación de firmas.

Que a pesar de lo que ha mostrado a nivel nacional, El Trampas regresará a gobernar, es un decir, uno de los estados más importantes de México. Gulp.

Que las elecciones son vistas como normales no sólo a pesar de que vivimos los meses más violentos de la historia moderna, sino que tal normalidad incluso hace que ya nadie se detenga ante 113 políticos muertos en este proceso.

Que la campaña va a acabar 13 días antes porque el Mundial comienza hoy. México-México-México...

COLUMNAS ANTERIORES

Violencia electoral: pssst, pssst, el plan no jala
Layda, como antiejemplo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.